¿Cómo te quedas?
Tanto quejarnos de los clientes tóxicos y ahora… ¿resulta que no existen?
Mmmm…
¡Pues la verdad es que yo creo que no!
Creo que son una leyenda urbana, como la chica de la curva o Papá Noël.
¿Cómo te quedas?
Tanto quejarnos de los clientes tóxicos y ahora… ¿resulta que no existen?
Mmmm…
¡Pues la verdad es que yo creo que no!
Creo que son una leyenda urbana, como la chica de la curva o Papá Noël.
Estoy segura de que habrás escuchado mil veces eso de que tienes que conocer a tu cliente ideal.
Para tener un blog, un negocio o para escribir en redes sociales.
Tienes que saber a quién te diriges.
Efectivamente, así es.
Pero… ¿exactamente qué hay que saber de él?
Qué escenario tan ideal: un Cliente te contrata, repite y, además, te recomienda y te hace llegar nuevos Clientes.
Para que alguien sea fiel a un Servicio tiene que aportarle mucho.
Lo que sea. Pero no basta con solucionar un problema.
Si solo solucionas un problema, cubriendo lo mínimo, puedes ser sustituible.
No hay necesidad de ser fiel a lo que tú haces.
Por fin llegó el día en el que tuviste esa gran idea alrededor de la que montar tu negocio.
Ya tienes claro qué puedes solucionar y a qué tipo de Cliente.
Has estructurado tu oferta de Servicios con todo el detalle.
Perfecto.
El caso es que no vendes un clavel.
Tienes una idea para un nuevo Servicio.
Genial.
Lo desarrollas, buscas la mejor forma de ofrecerlo.
O eso crees.
Y, por fin, llega el día de presentárselo al mundo.
Y te lo comes con patatas. Resulta que no se vende como esperabas.
Tu pareja rompe contigo. Veníais de pasar unos meses complicados de idas y venidas hasta que, al final, habéis puesto punto y final a la relación de una forma un tanto dramática. En estos meses, te has apoyado mucho en tu mejor amigo/a, el/la cual ha estado al tanto de todas tus preocupaciones y sabe ponerse en tu lugar ahora que estás más triste.
Empatía que se llama esto, ¿verdad?
Como usuarios, estamos acostumbrados a tener todo tipo de experiencias con los servicios, desde muy buenas, hasta muy malas. Seguro que así, a bote pronto, te viene algún ejemplo a la cabeza. De las buenas, siempre está el típico ejemplo de esa librería que movió cielo y tierra para encontrar ese libro de edición limitada que no encontrabas. Como mala, seguro que alguna vez has tenido encontronazo con una compañía de teléfonos.
Como sabrás, en el Diseño y planteamiento de tu Servicio, tu cliente tiene que estar en el centro del proceso todo el tiempo. Hay que entenderle y empatizar al máximo con él para identificar sus problemas reales y detectar con exactitud dónde y cómo podemos ayudarle.
Suele pasar. A veces no lo ves venir. A tu cliente, me refiero. De repente se queja por algo que no te esperabas para nada. O, en otras ocasiones, desaparece incluso antes de que le des presupuesto. No consigues encontrar un patrón de comportamiento. ¿Y si te digo que, si no lo has encontrado es porque no has buscado bien?
Cuando emprendes y quieres definir tu servicio, hay muchas cosas a tener en cuenta. Los precios, la competencia, los recursos… y por supuesto, el cliente. Hay cosas que tu cliente ideal espera encontrarse dentro de lo que tú ofreces. Son elementos de carácter emocional, eso que le toca la fibra, que todo servicio debe tener para lograr el éxito, independientemente de lo que sea que ofreces. Cosas que ellos darán muchísimo valor.
¿Quieres saber cuáles son?