Cómo definir tu pasión (y que puedas vivir de ella)

Muchas veces creemos que uno vale para hacer una única cosa. Ya sea aquello para lo que estudiaste o aquello en lo que has adquirido experiencia laboral, en el sector que sea.

Pero seguramente, aquello que te apasiona, es una mezcla de cosas para la que no se ha inventado una titulación universitaria, y que quizás no tenga ni definición en el diccionario.

Sin embargo, si encuentras esta mezcla, puedes convertirte en un crack “de lo tuyo”

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El mapa de empatía: define tu cliente ideal paso a paso

No basta con tener una idea genial. Ni tampoco con tener un producto/servicio que no tenga nadie más. Tampoco llega con tener el servicio de entrega más rápido o la atención al cliente más eficiente del mundo.

Nada de esto sirve para nada, si no sabes a quién tienes que ofrecérselo, si no sabes quién es tu cliente ideal.

Hoy te traigo una herramienta que uso muchísimo, y que seguro que encontrarás muy útil para definir a la perfección a esa persona a la que te diriges. Se llama el mapa de empatía y es una estupenda técnica creativa con la que podrás conseguir un perfil de tu cliente de una forma muy sencilla.

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Cuando el peor enemigo de tu creatividad eres tú

De las peores cosas que puedes hacerte a ti mismo, en la vida en general, es auto-limitarte. Te conviertes en tu peor enemigo, te saboteas, dices “esto no es para mí”. Es algo que veo mucho a diario. Si alguien actúa de esta forma cuando otra persona le propone hacer algo, imagínate si quiera proponerse a sí mismo hacer algo, pintar un cuadro, o escribir un libro. Una persona que se auto-limita, solo con tener uno de estas ideas, se echaría a reír.

Sería genial, y le haría mucha ilusión.

Pero estaría en medio el “que va, esto no es para mí”.

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El método SCAMPER o cómo generar nuevas ideas cuando no se te ocurre nada

Hay días en los que no estás al 100% para trabajar. La inspiración no viene, las musas se han tomado unas vacaciones y tú tienes la cabeza a 100 porque tienes que sacar algo y lo tienes que sacar ya. O, al menos, tratar de avanzar, no puedes estar perdiendo el tiempo esperando a que la idea aparezca, ¿verdad? Y es que, por lo general, la idea no llega sin más, sino que tienes que salir a buscarla tú mismo. La idea aparece, sí, pero después de un trabajo de exploración. Así que, para poder explorar, especialmente en esos días en las que tus ideas se hacen esperar, la mejor opción es echar mano de herramientas creativas que nos ayuden en nuestra búsqueda, con las que estimular la imaginación y empezar a sacar cosas.

Y un buen ejemplo de una técnica perfecta para estas situaciones, es la SCAMPER. Te voy a contar cómo la uso paso a paso para obtener buenos resultados.

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10 claves para saber si lo que haces, es lo tuyo (y sino, dejar de perder el tiempo)

Sucede mucho. Más de lo que pensamos. Mira a tu alrededor un momento. ¿Conoces mucha gente ilusionada con su trabajo? ¿Personas que se levantan felices con ganas de ponerse en faena? ¿O, más bien, ves que todo el mundo suplica por vacaciones y sufre los domingos por la tarde cuando piensa en madrugar el lunes?

Si trabajas para otra persona y te sucede esto, pues vale, al fin y al cabo, no son tus reglas y ni siquiera tiene por qué ser tu manera de ver las cosas. En cambio, si te lo montas por tu cuenta y eliges tú qué es lo que quieres hacer, no debería ser así, ¿no? Vale que es duro igual (o más), pero te gusta lo que haces y por eso vale la pena. El problema es cuando haces lo que se supone que debes hacer, pones el piloto automático, y no te planteas si en realidad eso que haces es lo que te hace vibrar y te proporciona auténtica felicidad.

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Mapas de ideas y lo mágico del post it

Para mí, el mejor invento de la historia no es ni la rueda, ni la bombilla ni el teléfono, sino el post it. Vale, estoy exagerando un poco, pero te aseguro que, a día de hoy, difícilmente podría vivir sin ellos. Los uso para todo, desde para hacer la lista de la compra, como a todas horas en el trabajo.

Todo empezó en mi proyecto final de carrera. En mi caso, teníamos que trabajar en grupo sobre un nuevo diseño de mobiliario que fuese totalmente innovador. Tenía que trabajar con 3 compañeros y te puedes imaginar la barbaridad de cosas que teníamos que entregar. Empezamos haciendo listas, pero no era suficiente, especialmente a la hora de repartir el trabajo porque cada uno hacía su propia lista y no nos aclarábamos. Así que, como siempre he sido bastante organizada, hice una lista grande de todo lo que había que hacer y, cada mañana, les escribía a cada uno lo que tenían que acabar sí o sí ese día, según lo acordado desde el principio y todos lo teníamos claro. Normalmente, al presentar el proyecto final, está casi mandado pasar unas cuantas noches antes de la entrega sin dormir, intentando acabarlo. Nosotros podemos asegurar que las dormimos todas, hasta nos dio tiempo a hacer un mueble a mayores de lo que nos pedían y este vídeo. Lógicamente no puedo decir que el mérito de esta hazaña sea de los post its, ni mucho menos, yo tuve el privilegio de trabajar con unos cracks, pero sí que ayudaron bastante. Entregamos todo a tiempo, nos pusieron un 10 y yo me gané el nombre de Miss Posit 😉

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Desechar una idea brillante es cuestión de supervivencia

Qué tontería de título, estarás pensando. Que nadie es tan bobo como para tener una idea genial, esa con la que puedes hincharte a ganar dinero, y dejarla escapar. Y sin embargo, yo te aseguro que mucha gente sí lo hace. Lo que sí, no voy a decirlo y quedarme tan ancha, sino que voy a acompañar esta afirmación de datos y una explicación completa de por qué, los seres humanos, todos sin excepción, somos así de raros a veces. ¿Intrigado? Pues sigue leyendo…

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Lo que viene a ser echarle huevos o cómo saber si aceptar o no una colaboración

Últimamente me pasa que me proponen meterme en proyectos creativos que, así a priori, como que me dan vértigo. Del bueno, pero vértigo.  Cosas que conozco bien (por eso me lo proponen, claro) pero con las que quizás no tengo tanta experiencia o con las que nunca me había metido “manejando maquinaria pesada”. Una cosa es saber cómo funciona y otra muy distinta ponerse a ejecutar la maniobra. Y es que muchas veces se peca de decir a todas las cosas que nos proponen que SÍ. Un SÍ con mayúsculas y contundente. Un SÍ, que puede traer oculto un “necesito esa pasta”, un “necesito rellenar portfolio” o un “acercarme a esta persona puede posicionarme bien”. O de un simple no saber decir que no. Obviamente, que surjan nuevas oportunidades es genial, primero porque ves que tu trabajo está valorado por otros, que se ve y que gusta, y otro que siempre se pueden abrir puertas inesperadas a continuación. Por eso, muchas propuestas que nos hacen pueden parecer golosas y tentadoras. También, en ocasiones, nos cerramos en banda a proyectos que podrían ser una gran oportunidad, pero no nos sentimos seguros, no tenemos confianza o, al no ser exactamente de tu materia, pues ni te lo planteas. Muchas veces se trata de echarle huevos, otras, de moverse con precaución. Entonces, ¿cómo saber puedes aceptar (o no) una propuesta, sobre un tema en el que no tienes demasiada experiencia, o que no es exactamente “lo tuyo”?

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Las ventajas competitivas de tu idea

(Quédate hasta el final porque este post trae regalo descargable)

Partimos de la base de que tu idea es buena. Que tienes un proyecto en marcha que te encanta y con el que tienes pensado arrasar. Igual aun estás dándole forma, pero la base ya apunta maneras. Confías en ella y quieres ir a por todas. Bien por ti. Pero el tema es el siguiente: ¿cómo piensas diferenciarte de tooooda la oferta que también tienen los competidores? ¡Ajá! Buena pregunta… Pero no te preocupes, que aquí estoy yo para darte algunos consejitos, a parte de los obvios, que son hacer bien las cosas y con cariño.

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30 cosas que aprendí antes de los 30

Estos días, no sé por qué, o quizás sí lo sé, he recordado una anécdota que me pasó cuando estaba haciendo el camino de Santiago. Por aquel entonces, yo tenía 25 años y llevaba casi un mes caminando… me faltaba muy poco para llegar al final. Aquella noche, entró en el albergue donde estaba, un chico francés, un poco peculiar, sin nada más en la vida que lo puesto. Entre todos tuvimos que compartir cena con él porque, literalmente, no llevaba más encima que un saco de dormir. Durante esa cena, el francés peculiar, contó algunas de sus peripecias y todos compartimos los motivos que nos habían llevado a emprender aquel viaje. A la mañana siguiente, coincidí con él en la puerta de salida y, al irse, simplemente me dijo “cuando no haces preguntas, ves la luz”. Y se fue. Hablando con total sinceridad, en aquel momento, pensé que aquel tío estaba totalmente majareta, ese rollo pseudo-místico que se traía no me convencía del todo. Pero la verdad es que, a pesar de mi escepticismo, me quedé con la frase, por si acaso, y he pensado en todos estos años qué habría querido decir aquel chico tan raro con eso.

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