Cómo un cambio de alimentación hizo que mi productividad se duplicase

Ayer por la tarde fui al herbolario y me cobraron 11 euracos por medio kilo de quinoa y una bolsa de levadura de cerveza. “¿En serio?”. En serio. “¿Y vale la pena?”. Sí, vale la pena. Hasta hace como un año, mi cuerpo experimentaba unos picos de bajón, en los que sentía un cansancio extremo, o de repente una bajada de energía, o un sueño con el que no me podía ni mover. El caso es que estaba siempre cansada y, dependiendo del día, no era capáz de ser del todo productiva y las ideas no llegaban con fluidez. En ocasiones le echaba la culpa al “cambio de estación”, otras al “es que igual no he dormido bien” o a “el café de esta mañana no estaba bien cargado”, pero lo cierto es que un día se me dio por leer un artículo sobre nutrición que llego a mis manos y se me hizo un clic en la cabeza. A ver si iba a ser eso, que no estaba comiendo bien… Siempre he comido de todo y siempre he tratado de tener la mítica “dieta equilibrada” pero, ¿sabes qué?, eso de que “somos lo que comemos” no había tomado para mí mucho sentido hasta ahora. Nunca pensé que alimentación y creatividad fuesen tan de la mano. Si tú también tienes estos picos de cansancio, sigue leyendo porque te voy a contar como cambió mi vida desde que aprendí a comer como es debido.

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