Carta abierta a mi yo de 20 años

Querida Marta de 20 años,

te escribo desde 2015. Entre nosotras, 10 años de diferencia, ya que tú estás en 2005 ahora mismo. Esta carta no es para darte consejos sobre chicos, ni para que cuides tu peso, ni para advertirte sobre cortes de pelo erróneos. Lo siento, en estas cuestiones, estás a tu suerte.

Mi objetivo, es ponerte en sobre aviso de cosas relacionadas con el ámbito laboral, que, posiblemente, sea de los más complicados. Al menos aquí en 2015.

En 2005, las redes sociales estaban en fase embrionaria, y no había Whatsapp, ni hípsters, ni Video Bloggers, ni la gente tenía smartphones. Lo sé, no sabes de qué te estoy hablando, pero es que ni te imaginas lo que puede cambiar el mundo en 10 años…

Ahora mismo, sé que llevas 2 años en la Universidad. ¿Cómo te va? Decepcionante, ¿verdad? Ya, ya lo sé… Ya sé que no encuentras ninguna motivación en la mayoría de las asignaturas, y que el asunto de “aprobar exámenes” (y ya) no es plato de buen gusto. Aunque he de decirte una cosa: también es verdad que tú tenías la Universidad idealizada. Todo hay que decirlo. Una cosa está clara: algo falla en el sistema educativo. Creo que en eso, las 2 estamos de acuerdo. Además, con lo creativa que tú eras, ¿verdad? Y a estas alturas, ni rastro de esta faceta…

Pues, de nuevo, lo siento, pero aquí vienen las malas noticias…

La primera es que más de la mitad de los contenidos que vas a ver en esas asignaturas no te servirán para nada, no van a tener ninguna aplicación práctica en tu vida y, lo peor, es que se te acabará olvidando.

Y la segunda, es que has comenzado tus estudios en una época de bonanza absoluta, en la que había trabajo para todo el mundo (mucho más para un titulado universitario) y, para cuando acabes, habrá tal crisis económica mundial que tú y muchísimos de tus compañeros os tendréis que ir directos a haceros un sitio en la cola del paro.

¿Cómo te quedas?

Desalentador, ya, ya sé.

Pero lo cierto, es que los estudios universitarios son mucho más que un título. Por eso van a ser valiosos, al menos en tu caso. Porque conocerás un montón de personas, que valdrán la pena.

Para empezar, profesores que devuelven la fe en la humanidad, dispuestos a ENSEÑAR (con mayúsculas), y a preocuparse de que saques algo de provecho de esas horas que tienes que estar allí sentada. De esos que hacen que le des al coco. Serán pocos, no te voy a engañar. Pero los habrá. Te darán motivación suficiente para seguir aprendiendo cosas interesantes para ti.

Y después, estarán tus compañeros que te darán un espejo en el que verte reflejada en el que aprenderás de ellos, pero también de ti. Así que:

#Consejo número 1: Aprovecha la oportunidad de conocer personas por el camino y aprender de ellas. Es lo que más valdrá la pena.

 

emprender

Una carrera Universitaria, la formación profesional, un postgrado, un máster… Una vez empiezas a cursar algo de esto, obviamente, lo que importa es lo que haces de él, lo que lo exprimas, no el papelito que te dan al final. No por sentarte frente a un profesor todos los días durante un año te vas a convertir en diseñador, aunque te den el título. Eso depende del jugo que extraigas de esas horas y de cómo complementes tú todo lo que te cuentan allí. Al final, créeme, la carrera que estudies, aunque tenga mucha importancia, no va a determinar tu vida al 100%. Así que, sobre todas las cosas, olvídate del papelito, al menos hasta que tengas que ir a recogerlo.

Y otra cosa: hazte un favor y empieza a entrenar tu creatividad cuanto antes. La tienes desatendida. Estás tan centrada en chapar para aprobar exámenes que no estás haciendo nada con ella desde hace años (Epic Fail). Dentro de unos pocos años, te darás cuenta de ello y tendrás una especie de crisis existencial dónde la echarás de menos. Tranquila, se te pasará enseguida, solo tienes que decidirte a ponerla en uso y explotarla a tope por tu cuenta. Recuerda: es tu responsabilidad, nunca pongas la excusa de que “no te enseñaron a ser creativa”. Eso es trampa. Quien sabe, quizás algún día acabes ayudando a otras personas a que también desarrollen su creatividad, como hago yo.

 

#Consejo número 2: Nunca jamás dejes tu formación a merced de un programa educativo. Aprende de otras cosas, se autodidacta siempre y por favor, mantén viva tu creatividad

 

Haz cursos complementarios, métete en la biblioteca, lee mucho (con criterio), viaja, mira buen cine. Que tu formación dependa de ti y de lo que necesitas. Intenta explotar tu vena autodidacta desde ya (que la tienes, te lo digo yo). Créeme: gracias a esto y a una buena actitud es como puedes conseguir grandes cosas en la vida.

Cuando acabes todos tus estudios, te encontrarás por un lado con empresas que no querrán contratarte por “exceso de formación” (ole ahí) y otras que querrán hacerlo, pero como “becaria” lo cual quiere decir que no tienes salario, pero sí te pagan el bono de metro para que puedas ir allí a ayudar a construir la empresa de otro. Así que en vistas las previsiones de trabajo que vas a encontrar, querrás ir a probar suerte al extranjero por un tiempo.

Bien por ti.

Aprovecha para aprender idiomas y para conocer otras formas de pensar. Está claro que se aprende más de las experiencias propias que de cualquier cosa que te cuenten o te leas en un libro. Tampoco te voy a engañar en esto: irse fuera uno solo, sin tener ni idea de qué te vas a encontrar, hablando el idioma a medias y sin conocer a nadie, es duro. Pero hazlo igualmente. Con el tiempo, todos nos volvemos más cómodos y perezosos y para hacer algo de este estilo tendrás que hacer un esfuerzo mayor.

 

#Consejo número 3: Lánzate de cabeza a vivir cosas nuevas y provechosas siempre que tengas oportunidad. La actitud lo es todo.

 

emprender

 

Al volver de tu periplo, a tus 26, decidirás emprender. Montártelo a tu manera y decidir qué trabajo quieres hacer. Igual te suena muy idílico, pero la verdad es que los comienzos serán 200 millones de veces más difíciles de lo que nunca te hubieses imaginado. En teoría, la ilusión que vives al comenzar tu propio proyecto hace que puedas avanzar contra viento y marea y sobrellevar todo. Según yo lo veo, eso son pamplinas. Aunque la ilusión ayuda, no lo es todo. Porque es difícil, hasta límites insospechados. Pero es que si no lo fuese, todo el mundo lo haría, y precisamente la dificultad sumada a la perseverancia es lo que hace que conseguir lo que quieres sea FANTÁSTICO. Emprender no es ninguna panacea, no es la solución a todos los problemas, ni es con lo que te sentirás una superwoman.

Emprender apesta.

Así de claro.

Mejor matizo: el hecho de emprender a secas, apesta. Y hacerlo “porque sí”, todavía más. En cambio, hacerlo para cada día dedicarte a lo que más te gusta en el mundo, levantarte de la cama de un salto sin que te cueste trabajo y sentir que estás aportando valor a los demás, no tiene precio. Y ésta es la única forma de soportar todo lo demás. Por eso te animo (y siempre animo a todo el mundo) a que encuentres eso que tan feliz te hace y emprendas algo con ello. Verás como así vale MUCHO la pena.

 

#Consejo número 4: Nunca dejes que las dificultades te ganen el pulso. Busca la energía de donde sea, pero sigue adelante. No es la ilusión la que trae los buenos resultados, es la perseverancia.

 

Olvídate de consultar el “manual del buen emprendedor” en el que dice que tendrás que desvivirte por tu trabajo, pasar de tus amigos y familia, dejar de dormir y tener ataques de ansiedad cada 2 semanas. Claro que tendrás que trabajar un montón y aprender aún más por el camino, pero emprender es una actitud (¿ves?, como todo), que viene de la mano de la ilusión (efectivamente) y del deseo de ayudar. Pero si no cuidas todo lo demás, y te centras solo en el trabajo, todo se acabará cayendo como un castillo de naipes.

 

#Consejo número 5: Disfruta del camino. Ten en cuenta los resultados que quieres conseguir, pero por favor, no te obsesiones. Para emprender solo necesitas saber que quieres, una idea… y un par. Ya sabes de qué.

 

Estos 10 años te van a pasar volando, te lo digo yo. Será un visto y no visto. Te pasarán millones de cosas buenas y millones de no tan buenas. Sacarás energía de las primeras para aprender de las segundas. Te equivocarás al meterte en cosas que no valen la pena y los momentos buenos serán impagables.

Sé que eres soñadora.

Yo también lo soy.

Y eso, también es una actitud.

 

Con afecto,

La Marta de 30 años

 

P.D. En cuanto a cambios de peinado… No esperes hasta los 30 para cortarte el pelo. Atrévete antes. No te queda mal. Y por favor… reduce drásticamente la dosis de chocolate diaria. Esto no es un consejo, ¡es una orden!

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