Carta abierta a mi yo de 20 años

Querida Marta de 20 años,

te escribo desde 2015. Entre nosotras, 10 años de diferencia, ya que tú estás en 2005 ahora mismo. Esta carta no es para darte consejos sobre chicos, ni para que cuides tu peso, ni para advertirte sobre cortes de pelo erróneos. Lo siento, en estas cuestiones, estás a tu suerte.

Mi objetivo, es ponerte en sobre aviso de cosas relacionadas con el ámbito laboral, que, posiblemente, sea de los más complicados. Al menos aquí en 2015.

En 2005, las redes sociales estaban en fase embrionaria, y no había Whatsapp, ni hípsters, ni Video Bloggers, ni la gente tenía smartphones. Lo sé, no sabes de qué te estoy hablando, pero es que ni te imaginas lo que puede cambiar el mundo en 10 años…

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30 cosas que aprendí antes de los 30

Estos días, no sé por qué, o quizás sí lo sé, he recordado una anécdota que me pasó cuando estaba haciendo el camino de Santiago. Por aquel entonces, yo tenía 25 años y llevaba casi un mes caminando… me faltaba muy poco para llegar al final. Aquella noche, entró en el albergue donde estaba, un chico francés, un poco peculiar, sin nada más en la vida que lo puesto. Entre todos tuvimos que compartir cena con él porque, literalmente, no llevaba más encima que un saco de dormir. Durante esa cena, el francés peculiar, contó algunas de sus peripecias y todos compartimos los motivos que nos habían llevado a emprender aquel viaje. A la mañana siguiente, coincidí con él en la puerta de salida y, al irse, simplemente me dijo “cuando no haces preguntas, ves la luz”. Y se fue. Hablando con total sinceridad, en aquel momento, pensé que aquel tío estaba totalmente majareta, ese rollo pseudo-místico que se traía no me convencía del todo. Pero la verdad es que, a pesar de mi escepticismo, me quedé con la frase, por si acaso, y he pensado en todos estos años qué habría querido decir aquel chico tan raro con eso.

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