Escribir esto, me pica. Pero vamos allá: me costó muchos años llamarme a mí misma “mentora de negocios”… Y me sigue costando un poco, la verdad.
¿Por qué?
Me sentía una impostora.
A pesar de llevar desde 2012 montando negocios y desde 2015 acompañando a emprendedores/as a que hagan lo mismo…No me veía con esa etiqueta.
Yo vengo de la rama del diseño, concretamente acabé especializándome en service y business design, y por eso me considero, más que nada, “diseñadora”. Diseñadora de negocios, si lo traducimos al español.
Pero, obviamente, nadie me entendía. ¿Cómo que “diseñadora de negocios”? ¿Cómo que “diseñadora de servicios”?
Estuve varios años tratando de posicionarme ahí, erre que erre, que yo no era “mentora de negocios”.
En el mundo gran empresa, claro que me entienden, ahí usan esta forma de trabajar habitualmente. En el mundo emprenduril, no había manera.
¿Sabes cuando tratas de explicarle a tu abuela qué es el bitcoin, de la forma más sencilla posible pero la pobre no entiende ni papa a pesar de poner toda su buena voluntad?
Así me sentía yo.
Sí, me sentía impostora si me ponía otra etiqueta que no fuese “la mía”.
Y, ahora, sé porqué. Quizás a ti también te pase en lo tuyo.
La razón era que no tenía referentes.
No conozco a todo el mundo que se dedica a esta labor pero, en aquel momento, no me sentía identificada con la poca gente que seguía en redes. Sobre todo, si mirábamos al mundo anglosajón.
Aquellas formas de mentorizar a cientos de personas a la vez no era algo que a mí me “vibrase”. Pero sí era algo común en la mayoría de los casos.
“Si eso es ser mentor/a de negocios, claramente, yo no lo soy”. Lo rechazaba.
Hasta que empezó a suceder cada vez más a menudo lo de que la gente no entendía qué era lo que yo hacía, esa forma “tan rara” de trabajar. Ahí me di cuenta de que estaba tirando piedras contra mi propio tejado, que tenía que cambiarme la etiqueta.
Pero que si iba a llamarme “mentora” a mí misma, iba a ser (como no) a mi manera.
Esto fue lo que hice, que tú también puedes hacer:
– Primero, hay que dejar de ser purista. La gente no te entiende, fin de la historia.
Podemos seguir tratando de “evangelizar” hasta el fin de los días, pero si pocas personas empiezan a trabajar contigo, eso va a ser muuuuuy lento. Hay que tragarse el orgullo, identificar qué palabras utiliza tu público para referirse a las cosas y ser flexible
– Segundo, ante la falta de referentes en el propio sector… vamos a buscarlos en otros.
Yo ahora mismo no tengo referentes en el mundo emprenduril, pero sí los tengo en la filosofía, en la ciencia, o en la psicología. Seguro que a ti te inspiran otras personas, de la música, el arte o de cualquier otro ámbito
– Por último, desarrollar una visión propia. Vale, no me siento identificada con lo que conozco sobre mentores/as ahí fuera. Pero, si yo quiero hacer esa labor… ¿Cómo quiero que sea? ¿Cuál es mi visión?
Ahí entra un trabajo de apagar todo el ruido externo, y profundizar mucho para darle forma. En mi caso, escribo mucho (cada día un poco), y me inspiro en otros temas (lo explicado en el punto anterior) para ponerme distintos lentes e ir conformando una visión que a mí SÍ me mueve
Mentora de negocios sigue sin gustarme 100%, porque tengo un enfoque mucho más híbrido que solo hablar de marketing, o solo hablar de ventas (que es importante, pero solo un pequeño porcentaje de toda la mandanga). Pero ya he hecho las paces con la etiqueta y ahora me identifico más con ella.
En conclusión: en lugar de gastar energía luchando contra el mundo, mejor ser flexible, unirse a aquellas partes que pueden jugar a nuestro favor y, desde ahí, hacer el cambio.
Es como inocular un virus y dejar que actúe desde dentro.
#minuevaera
De las cosas que más me mueven y me fascinan de emprender, es la de cosas grandes que se pueden hacer desde lo pequeño.
Que una personita desde el comedor de su casa, y una conexión a internet, pueda de pronto empezar a ayudar a otras a comer de forma saludable, por ejemplo. O a diseñar espacios o a hacer coaching.
Crear un impacto positivo incalculable.
Y, a su vez, creo que los grandes cambios que llevan a grandes resultados, y al desarrollo de una gran visión, también empiezan con pequeñas acciones.
Que los resultados a largo plazo son el fruto de las pequeñas acciones del día a día.
Ahí está la clave para crear tu Nueva Era.
Por eso, te invito a que te hagas consciente cada día de cuáles son esas pequeñas acciones que haces (o vas a hacer) con constancia, que están conformando una nueva realidad y un cambio para ti, para tu negocio y, en consecuencia, para tus clientes/as.
Para comprometerme con ello, yo comparto cada día por mis redes cuál es mi agenda y qué acciones hago para que esto suceda. ¡Te propongo que hagas lo mismo! Ah, y etiquétame (@soymartafalcon) me encantará verlo y darte ánimos.