De las peores cosas que puedes hacerte a ti mismo, en la vida en general, es auto-limitarte. Te conviertes en tu peor enemigo, te saboteas, dices “esto no es para mí”. Es algo que veo mucho a diario. Si alguien actúa de esta forma cuando otra persona le propone hacer algo, imagínate si quiera proponerse a sí mismo hacer algo, pintar un cuadro, o escribir un libro. Una persona que se auto-limita, solo con tener uno de estas ideas, se echaría a reír.
Sería genial, y le haría mucha ilusión.
Pero estaría en medio el “que va, esto no es para mí”.
Existe la creencia generalizada de que solo los genios, tipo Picasso, Dali o Steve Jobs, pueden ser creativos. Y que, además, hay que estar un poco pasado de rosca. Y vivir en una cueva-taller haciendo cosas de artista. Y vestir con pintas raras o llamando la atención. Y siempre igual. Esto es un prejuicio, como tantos otros.
Lo cierto es que todos somos creativos, y todo aquel que no quiera usar su imaginación y hacer cosas nuevas, se está auto-limitando. El diagnóstico es así de sencillo.
El peor enemigo de tu creatividad, eres tú mismo Compartir en X
¿Por qué nos auto-limitamos?
Mi idea no deslumbra
Si no nos sale a la primera la idea del millón de euros, sentimos que no somos lo suficientemente buenos. Y nos desmotivamos. Lo cierto es que esas personas que han tenido grandes ideas, probablemente no les hayan llegado de repente. Seguro que se pasaban horas y horas trabajando hasta que se les ocurría algo de provecho que luego desarrollaban. Y, sobre todo, perseveraban… a pesar de todo. Como dice la famosa frase de Picasso: “que la inspiración me pille trabajando”.
Preferimos “encajar”
Igual en tu entorno que te pongas a escribir poemas, no es serio. O te mirarían raro. O, al menos, eso es lo que piensas tú. Y tú lo que quieres es encajar. Que no te miren raro. Así que mejor reprimirte y ser aceptado. No vaya a ser…
Te dejaron tocado y hundido
Quizás un día en el colegio un profesor te dijo que lo tuyo eran las matemáticas, que para química no valías. O tu primo no te dejaba jugar con su puzle porque decía que no dabas una. Y tú, te lo creíste tanto, que te lo tomaste como la verdad única y universal, alrededor de la cual te montaste todo un sistema de creencias basado en algo que ni siquiera tiene por qué ser cierto. O igual sí, pero la verdad es que nunca te has planteado volver a probar con la química.
Sigues todo al pie de la letra
Un día te dijeron que tal cosa se hacía de tal modo, tú nunca lo cuestionaste que eso no fuese cierto y, simplemente no te planteas si se puede hacer de otro modo. Quizás se pueda mejorar, pero no miras más allá.
Aplicas la lógica
Malo. Si se te ocurre algo y, acto seguido, aplicas lógica, empezamos mal. Esta es de hecho la ley número uno del uso de la mayoría de técnicas creativas: valen todo tipo de ideas alocadas, las críticas y evaluaciones van mucho después. En cambio, las personas que se auto-limitan, piensan algo y, al momento, lo desechan, porque es inviable, porque nunca se hizo y porque “¿a dónde voy yo con esto?”. No te dan permiso para soñar. Límites, límites y más límites.
A todos nos pasa en algún momento de nuestra vida. Lo importante es darse cuenta y ponerle remedio para evitar perder más tiempo.
¿Has pasado por alguno de estos puntos? ¿Conoces a alguien que cumpla el perfil de “auto-limitador”? Me encantaría leer tu experiencia en los comentarios. Y, si te ha parecido interesante, comparte este artículo en tus redes sociales en los botones que encontrarás más abajo.
¡Feliz viaje creativo!