El otro día escuché de boca de una señora, que lleva toda su vida dedicándose a trabajar en una granja que, a sus 70 años, seguía trabajando en ella porque, sino, ¿qué otra cosa iba a hacer?. Su trabajo nunca le había gustado, nunca le había convencido cómo funcionaba el “sistema” ganadero (no te puedo concretar más porque soy una completa ignorante de este tema y su funcionamiento), se ayudaban entre los vecinos de la zona, a cada cual más malhumorado, y además, para el poco dinero que le daba ahora mismo, perfectamente podría dejar de hacerlo y dedicarse a otra cosa (o a disfrutar de su jubilación, que es bien merecida). Tanto trabaja la pobre mujer, que ya le han dado varios teleles provocados por el estrés y el estar mal a gusto. Ya sé que son formas de pensar de una generación de personas admirables y trabajadoras, especialmente estas mujeres, que han trabajado duro toda la vida y que ya, a estas alturas de su vida, no saben vivir de otra manera… pero esta historia me dio que pensar, porque, posiblemente, esta señora iría a trabajar más feliz, si hubiese tenido un grupo de personas que le ayudasen y con el que tuviese buen rollo.
¿Cuánta gente conoces hoy en día que trabaje en un lugar que odie, que tenga unos compañeros que no ayudan en absoluto, un jefe que no sepa dirigir y que, al final, se pasen el día apagando fuegos y sin rumbo? Yo, un montón. Al igual que la mujer de la historia, estas personas, no están muy de acuerdo con cómo funcionan las cosas, no sabe (o no entiende) muy bien qué es lo que hace, pero lo hace porque es lo que le ha tocado hacer, tienen que sobrevivir y ya está. Al igual que la señora de la granja. Tampoco tienen unos compañeros que le ayuden especialmente, ni con los que pueda contar para tirar del carro. Como la señora de la granja. Perfectamente podría intentar buscarse otra cosa a la que dedicarse, o montárselo por su cuenta, pero no lo hace. Como la señora de la granja. Y después, en las consultas médicas hacen cola personas con cuadros de ansiedad de la leche, y las farmacias están llenas de gente pidiendo ansiolíticos porque les va a dar algo. Como a la pobre señora de la granja.
La clave de estas cosas, casi nunca es el tipo de trabajo, sino la organización y el método del equipo creativo de personas que lo forman. O eso es lo que yo creo. Yo he tenido un trabajo gris, de esos de oficina, de teclear en el ordenador sin rumbo cosas que, muchas veces, no sabía ni para qué eran. Nadie me lo explicaba. Hacer preguntas estaba mal visto. Te puedes imaginar dónde estaba mi motivación, porque yo era simplemente un peón. De esos de hacer 1000 horas de más que se dan por supuesto que hay que hacer y que nadie te agradece y mucho menos te pagan. Te imaginarás también en qué nivelón estaba mi ansiedad. Podrás también suponer por qué más adelante tuve claro el montármelo por mi cuenta. En mi caso, tuve la suerte de tener buenos compañeros, pero conozco muchísima gente que, aun encima de todo esto, tienen al lado personas negativas, que pasan de todo y que, si es necesario, te venden a la primera de cambio por su propio beneficio. Y eso sí que tiene que ser insufrible.
Este ambientazo de trabajo, lógicamente, no estimula la creatividad de nadie, y llega un punto en el que, muchas veces, haces lo mínimo imprescindible que te piden y te dejas llevar por el mal rollo y el estrés.
Obviamente, este croquis que acabo de hacer del puesto de trabajo en el infierno, es bastante radical; es real en muchos casos, pero extremo, pero sí es cierto que, en mayor o menor medida, hay muchas oficinas grises, de esas que te sacan las ganas de vivir, y todo ello se debe al equipo de trabajo. Porque no está bien gestionado, porque no están bien enfocados los talentos, porque no hay un método claro que seguir o porque la creatividad está totalmente capada. Es por eso que, además de la historia de la señora de la granja, últimamente también han llegado a mis oídos, testimonios de personas que, a pesar de tener un trabajo supuestamente genial en grandes empresas, de esos que cualquiera sueña con tener, ve tan capada su creatividad y sus aportaciones en estos trabajos geniales, que un buen día, cansados y asqueados, cogen su talento y se lo llevan a otra parte. Se lo han montado por su cuenta y, ahora, cobrando mucho menos, son infinitamente más felices.
Claves para montar un equipo creativo que funcione Compartir en X
Hay gente que no sabe ser jefe
No voy a entrar aquí en el perfil típico de jefe capullo que, además de irrespetuoso, injusto y déspota no tiene ni pajolera idea de lo que dice y hace. A ese habría que dedicarle un post completo. Me voy a referir a esas personas, en principio normales, a las que les ha tocado un puesto de gestión, y que no tienen un plan, no tienen habilidades de liderazgo, no se paran a analizar las cosas y además, ni les preocupa. No tratan de coger a su equipo y tratar de que todos remen hacia una misma dirección, sino que va por libre y echa a los demás a los leones, a ver qué pasa.
Hay gente no sabe trabajar
Aquí tampoco voy a hablar del mal compañero por excelencia, ese que es un trepa, y que se pone a la altura que sea necesaria para hacerse (o creerse) el importante, ese tío falso al que no le puedes decir nada porque sabes que todo será usado en tu contra. A ese también habría que escribirle un post entero. Me refiero a, esas personas, también en principio normales, que aunque vean algo que no funciona se lo callan, si ven a un compañero agobiado prefiere no ayudar (no vaya a ser), que no son proactivos en absoluto, invaden todo son su negatividad y mal rollo, son los que más se quejan (¡!) y, aun encima, casi que dan más trabajo a los demás del que quitan.
Y luego, están los demás
Aquí está la gran mayoría, gente normal, como tú y como yo que, sea jefe de equipo o un componente del mismo, va trabajar con toda tu buena intención y se encuentras con este percal en la oficina.
¿Soluciones?
Cómo creo yo que tendría que ser un equipo creativo
La forma en la que yo estaría cómoda y feliz dentro de un equipo, por supuesto, sería dentro de uno en el que todos los componentes pudiesen desarrollar su creatividad libremente. Por suerte, ya he participado en varios equipos así y te voy a contar qué cosas tenían en común todos ellos para que funcionasen estupendamente.
Tiene que haber variedad de perfiles
Y cuanta más, mejor, más rico. Si todos pensamos igual y venimos de la misma formación o de la misma generación, habrá cosas que se nos escapen. Si tenemos un grupo heterogéneo con gente muy variada, tendremos la oportunidad de acercarnos a un mismo problema desde un montón de ángulos distintos, lo cual nos hará llegar mucho más lejos.
Tienen que trabajar en lo concreto
Y para esto se necesita un plan que puede ser elaborado con aportaciones de todos. De esta manera, cuando hay una reunión de equipo, todos saben de qué se va a hablar, qué tienen que tener listo para la misma y que cuestiones tendrán que plantear.
Tienen que poder estimular la creatividad
La individual y la de los compañeros, intentar siempre ir más allá y proponer, proponer y volver a proponer. Sugerir mejoras, ser proactivos, valorar todas las opiniones.
Tienen que ser dinámicos
Esto quiere decir que lo estupendo sería poder retarse los unos a los otros, no atacar las debilidades de un compañero sino intentar compensarlas, hacer críticas pero constructivas y siempre para hacerlo mejor, ayudarse uniendo fuerzas y habilidades y avivar constantemente el proceso con sugerencias y posibles mejoras.
Para mí, estos 4 puntos son básicos para tener un equipo de trabajo bien engrasado, creativo y motivado.
¿Algo que añadir? ¿Quieres montar tu equipo de trabajo y no sabes qué perfiles te vienen mejor? ¿O, por el contrario ya perteneces a un equipo que te hace estar motivado al 100%?
¡Te espero en los comentarios!
Feliz viaje creativo


Estoy de acuerdo contigo Marta en las cualidades del equipo creativo perfecto. Dinamismo, no tener miedo a jugar, divertirse y disfrutar de lo que uno hace y el poder aportar una perspectiva diferente. Donde viví más de cerca esto fue cuando cursé un máster, en el que nos juntábamos personas formadas en carreras tan dispares como periodismo, bellas artes, audiovisuales, magisterio o publicidad. Recuerdo con cariño los debates que teníamos algunas personas de bellas artes con gente de periodismo sobre qué debía prevalecer sobre qué, si la originalidad o la funcionalidad…
Y aquí es donde llega un factor que no mencionas pero que creo que es decisivo: la habilidad natural para trabajar en equipo. Creo que como integrante debes de saber hasta qué punto puedes ser “cabezota” y cuándo es beneficioso ser permeable. En este terreno de ideas, cada uno tiene la suya y siempre existe algún miembro al que es difícil convencer. ¿Nunca te ha sucedido eso de tener un compañero con el que era muy complicado llevar un trabajo a buen puerto?
Saludos 🙂
Te doy toda la razón Lúa, es verdad que hay personas que se empeñan en tener la razón “porque sí” o no saben mostrar humildad cuando se están equivocando y eso daña a todo el grupo. Aportar enriqueciendo, y no imponiendo. Buen punto! 🙂
Muchas gracias por pasarte y dejar tu comentario. Un abrazo grande!