Cómo encontrar tu voz para desarrollar grandes ideas

Hace poco tuve una conversación con una chica que trabaja cada día con IAs que me dejó bastante impactada.

Mucho se habla últimamente de que se están entrenando a los cacharros estos de forma sesgada.

Que, por ejemplo, si le pides a uno que cree la imagen de una mujer, será blanca, delgada normativa y caucásica.

Todo lo que se salga de ese estereotipo, no le va a salir por defecto.

Esto lo decimos aquí, en occidente, y nos indignamos por la falta de diversidad y todo el rollo.

Pero, resulta que, lo que me comentaba esta chica, es que en Asia está pasando lo mismo: las IAs chinas no reconocen los rasgos occidentales tampoco.

Esto, en cuanto a la imagen de las personas. Pero lo mismo pasa poco a poco con las ideas.

¿Se viene un mundo extra polarizado?

¿Tan tan radical, que ni siquiera una IA reconoce algo que no sea lo de su cuerda?

Sí, se viene.

Como si ya no fuese poco lo dividido que está.

Este panorama en el que no se contemplan los grises, parece que nos invita a escuchar a 2 bandos, del tema que sea para, por supuesto, posicionarse.

Desde ahí, simplemente la labor de cada individuo es regurgitar el discurso del bando elegido.

No hay mezclas de ideas. Hay blancos y hay negros.

Falta riqueza y unir conceptos.

Escasean puntos de vista que añadan matices.

Puede ser que estemos viviendo una gran crisis de pensamiento crítico causado por los mensajes reduccionistas y, también, por la necesidad básica de supervivencia.

De la urgencia y del corre-corre en el que vivimos.

Ya pero… ¿Cómo afecta este efecto a tu trabajo y a tu marca personal?

 

 

Muchas ideas, poco tiempo para pensar

 

La situación es que todo nos orienta a que “nos posicionemos en un bando”.

Que elijamos un color.

Pero, la realidad de la gente inquieta, es que en el backstage de nuestra cabeza tenemos ideas propias que están enterradas detrás del ruido.

Ese sentir que, por ahí atrás, hay muchas movidas haciendo sus clics, pero que no encontramos un “momento de tranquilidad” para sentarnos a escribirlo y a desarrollarlo un poco.

En la vorágine del día a día y de “lo urgente”, no nos paramos a descubrir de ninguna forma en qué está trabajando nuestra mente, qué ha observado, o qué le ha llamado la atención.

Ni siquiera cuando ya nos llama a la puerta una idea más o menos formada.

El exceso de narrativas ajenas hace que nos cueste encontrar una voz propia y llegar a ideas propias. O a historias propias.

Porque, seamos realistas: no nos satisface solo consumir e imitar.

Crear nuestras ideas es importante también, es inherente al ser humano.

Sí, sabemos que podemos aportar mucho con el conocimiento que tenemos, dar forma a un servicio o un producto toguapo que nos satisfaga y que ayude a la gente.

Pero tanto exceso externo de todo, nos bloquea.

Además, en estos tiempos que corren, no solo es que hay un ruido ensordecedor, sino que las posibilidades son infinitas.

Demasiado infinitas.

¿El resultado? Nos dedicamos a “producir” sobre lo que ya hay. Generamos datos, compartimos información, damos “tips”… pero no conectamos ideas.

No creamos un curso, o un servicio, o un post para redes, sino que rellenamos una caja con lo que sea “cuando toca”.

 

Entonces… ¿cómo salimos de este bucle de influencia polarizada para encontrar nuestra voz y desarrollar esas ideas que nos sobrevuelan?

Básicamente: trabajar con estructura.

Unos pasos, un marco de trabajo, un flujo de acciones.

Es mi obsesión cuando trabajo con clientes, crear esa estructura. 

No requiere de inspiración, de motivación ni de encontrar el momento adecuado.

Ojalá tener todo eso también, pero no podemos depender de ello.

De la estructura sí podemos depender.

Todo esto da más trabajo y hay que poner energía e intención.

Porque vamos a asumirlo: seguramente no te dé para un post diario en tu red social favorita porque requiere de trabajo de calidad.

La estructura convierte pensamientos en ideas.

Luego, la planificación, convierte ideas en acciones.

Producir ese trabajo, es arriesgado, porque puede no gustar a algunas personas.

Puede no ser entendido por “la masa”.

Porque te saca del blanco o del negro.

Da otro punto de vista, o una experiencia valiosa.

Es un gris.

Incluso, un azul.

O un verde fosforito.

Es otra cosa que, incluso, a alguna gente le cueste identificar o etiquetar.

Y ese nuevo color es precisamente el que conecta con las personas adecuadas para ti.

Porque es una idea, o un concepto que te has sacado de la manga a base de unir tú los puntos y las observaciones que has ido haciendo.

Y, ¿sabes qué? Esto es justo lo que hace que una persona referente, lo sea.

Un referente no sigue exactamente lo que dicen el resto.

Lee, observa, saca conclusiones y se moja.

Crea su storytelling, no su storyselling.

Y, un post, un negocio, un servicio, un producto o cualquier proyecto en general, requieren de estructura, de salir de la cabeza y de apagar el ruido polarizado.

Como el de las IAs.

En resumen, de atreverse a ser gris.

 

 

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