Lo típico: te pones un objetivo para este año, o trimestre o lo que sea.
“Conseguir xxxxxx seguidores”
“Conseguir xxx ventas”
“Bajar xx kilos”
Lo que sea.
Nos ponemos rumbo al susodicho objetivo, sin mucha estrategia normalmente, pero con la motivación que dan los inicios.
Y digo sin estrategia porque, en realidad, nos encomendamos al algoritmo, rezamos muy fuerte que la gente venga por su propio pie, o hacemos un acto de fe para que el zumo de apio nos disuelva los michelines.
El motivo por el cual hacemos esto, es tan simple, como inútil: nos centramos solo en el resultado del objetivo.
Somos seres resultadistas.
Y, a mi modo de ver, cada vez más.
Hay un tema de madurez emocional
Hace un tiempo, en este libro de Mark Manson, encontré una teoría súper interesante que no hago más que confirmar cada día.
En temas de madurez emocional…
1️⃣- Primero, tenemos el nivel infancia. Es una etapa en la que nuestros impulsos y decisiones se toman en base a cosas que me hacen disfrutar. Me gusta el helado, así que quiero helado como sea
2️⃣-Luego, viene la adolescencia, que es cuando una personita también busca lo que le gusta, pero ya sabe que existen las consecuencias, así que pensará bien cómo jugar sus cartas, para lograr sus metas. Ven todo como un intercambio que hacen para conseguir algo a cambio. Quiero ser popular, así que voy a vestirme asá y a fingir que me gusta esta música
3️⃣-Y, por último, llega la edad adulta, que es es momento en el que haces lo que haces, simplemente, porque crees que es lo correcto, no porque estás esperando algo a cambio. Esta persona actúa por principios. No sé si voy a poder vivir de esto, pero tengo esta visión para crear un negocio y creo en la causa
¿Por qué esta idea me llamó TANTO la atención en su momento?
Pues porque, si te fijas, vivimos en una sociedad, muchas veces infantilizada pero, sobre todo, estamos dentro de una sociedad totalmente adolescente.
Voy a hacer lo que diga mi jefe, aunque no me guste, para conseguir el dinero
Voy a hacer lo que diga mi pareja, para no discutir
Voy a fingir simpatía con esta persona que no me interesa nada para conseguir estatus
La lista es infinita, pero el fin siempre justifica los medios.
Siempre es la búsqueda del resultado.
Porque “cuando llegue a eso, todo estará bien”.
Mientras tanto, sufro, finjo, trabajo como un borrico, no duermo, sacrifico mi salud… lo que sea.
En cambio, en el enfoque adulto, no haces transacciones a cambio de un resultado porque, a la larga, lo que pasa es que nunca vives “de verdad” sino que todo está condicionado por el fin a conseguir.
Lo que se hace desde el enfoque adulto,
En cambio, estamos perpetuando todo el tiempo el enfoque adolescente.
Es un tipo de actitud que puede llevarte a conseguir cosas en el mundo material, no lo vamos a negar.
Si eres un trepa, un manipulador y un lameculos, pues oye, con tu carisma fingida quizás consigas un contacto importante, un inversor, o un ascenso.
Pero con ese modus operandi, no vas a conseguir relaciones reales, ni realización personal y profesional.
Eso también es seguro.
Porque esos logros solo se consiguen funcionando desde los valores propios, sin fingir nada y desde lo que TÚ crees que es correcto.
Una persona con cerebro adolescente (aunque tenga 54 años) dirá que la honestidad es importante, aunque en determinados momentos le compense ser un hijodelagranputa para conseguir un resultado.
Una persona adulta de verdad, practica la honestidad porque cree que es lo correcto y ya está.
Si somos una sociedad adolescente, lo dicho: somos una sociedad resultadista.
Y esto promueve (más, si cabe) la actitud de lo quiero todo, y lo quiero ya.
Ser adulto, implica aceptar las reglas del juego
Como decía al principio, cuando nos ponemos un objetivo, el problema de esto es centrarse SÓLO en el resultado.
Obsesionarte con el número de followers, por ejemplo.
Revisar cada 2 minutos a ver si ya hay más o no.
“Es que hice no sé cuantas publicaciones siguiendo el hack guachupei, y esto no crece”
Enfoque adolescente.
Solo foco en el resultado. Crear esas publicaciones fue la moneda de cambio para que me des lo que quiero.
No fue un tema de exploración creativa, no fue un aprendizaje estimulante… no.
Dame mi resultado y dámelo ya, que yo ya puse mi parte.
Creo que, todxs hemos estado ahí, en distintos momentos.
Y sí, es muy frustrante, porque te mete en una especie de dinámica de querer controlarlo todo para que la cosa salga como tú quieres.
Tanto, que te nubla la vista.
Tratas de controlar el resultado, no estás en el proceso, no estás en el día a día.
Entras en lo que yo llamo “el Modo Obcecamiento”.
Cuando se entra en este estado, es como una especie de trance.
Es como que sale el Oscuro Pasajero de ti, y te desconectas.
Y, en el Modo Obcecamiento, SOLO te obcecas con forzar a que llegue el resultado.
Es una actitud adolescente que dice “yo estoy haciendo todo esto, y sacrificando todo esto otro… quiero MI resultado”
Y si no lo ves, tratas de forzarlo como sea.
No te levantas de la silla, dejas de ir al gym, comes encima del teclado, te vuelves irascible y, sobre todo, crees que no hay alternativa. Porque tienes tal apego a esa recompensa, que la necesitas y todo lo que sea no llegar a lo que querías, se vuelve en una obsesión.
Cuanta más obsesión, más obcecamiento.
Cuanto más obcecamiento, más presión.
Cuanta más presión, peores resultados.
¡Todo mal!
En serio: visualiza una persona adolescente cabreada, irascible y que no razona cuando ve que no puede ir al concierto de Rosalía como quería.
Ese es el rollo.
Pues quien esté sacando adelante un proyecto propio, y creando un negocio a su medida… pasa por el Modo Obcecamiento en algún momento, porque se cree que se va a sacrificar algo y a pasarlo mal un bueeen rato porque no hay alternativa y porque, el resultado en el FUTURO, valdrá la pena.
“Ya estaré bien cuando llegue allí”
Entonces… respondiendo a la pregunta del principio del todo: ¿qué pasa cuando trabajas mucho en algo y no hay resultados?
A estas alturas, ya te imaginarás que, cuando trabajamos a tope en algo, SOLO por el resultado… cuando ves que no llega, como es natural, es frustrante y te quemas. Porque “tanto esfuerzo, para nada”
El adolescente que quería intercambiar esfuerzo gordo por su recompensa, se tiene que retirar con la cabeza baja y un cabreo considerable.
Pero, ¿qué pasa cuando, por el contrario, no hemos “trabajado mucho” como un adolescente en pleno “Modo Obcecamiento” sino como un adulto?
Pasaría que, ese proceso, no lo empezaríamos como…
… un intercambio de “yo me esfuerzo a muerte a cambio de mis followers”…
… sino como un “yo empiezo este camino porque está alineado conmigo y mis principios”.
En este caso, tengo este objetivo X, pero me desapego de él, porque no solo llegar a eso es lo prioritario, sino que las habilidades que desarrollaré en el proceso, la creatividad, la búsqueda de soluciones, la apertura a las oportunidades inesperadas y, sobre todo, hacerlo porque creo que es lo correcto… ES MÁS IMPORTANTE PARA MÍ.
Desde ese prisma de adulto No Obcecado, si el resultado ideal no llega (sea el que sea) estará bien, porque habrán llegado muchas otras cosas.
Desde el lado del adolescente en Modo Obcecamiento… claro, si no hay resultado, todo será una mierda, porque no has hecho nada más que pasarlo mal, esforzarte sin mesura y presionarte para llegar a un lugar.
Ya ni te cuento si llegas a ese lugar y no era para ti, que es peor todavía.
Por eso, para jugar al juego, y disfrutarlo, primero, debe ser el juego correcto para ti y, luego, tienes que amar el juego con todas sus reglas.
Y, señoras y señores, en emprendimiento, como en la vida misma, hay altos, valles, bajos, obstáculos, algún que otro revés y muuuuucho aprendizaje.
Por eso es importante querer y aceptar el juego tal y como es.
Que te guste jugarlo.
No solo ganarlo.
Si quieres mantenerte al tanto de todas mis publicaciones apúntate a mi newsletter aquí