Lo sé. No apetece.
Ni para comenzar con tu pequeño negocio ni para mantenerlo.
Las detestas, y lo sabes.
Pero no hay remedio, están ahí. Hay que hacerlas.
Sí, estoy hablando de las tareas que menos te gustan, las pesadas, repetitivas, arduas o carentes de interés. O todo lo anterior mencionado, a la vez.