Por qué no soy constante en redes (y tú tampoco deberías)

Hay momentos en los que se junta todo.

De esos que parece que no sales de la piscina de lodo.

No tienen que estar pasando desgracias necesariamente.

Simplemente, se juntan varias cosas complejas con las que lidiar.

Son momentos en los que “la vida se te hace bola”.

Quizás tenías planes que no se están dando. O quizás no aciertas ni una.

Es literalmente sentir que “alguien te pone la pierna encima”.

 

Normalmente, son épocas en las que, en el trabajo, se junta mucha ejecución. Sea entrega de proyectos, atender clientes, lanzamientos… en definitiva, de dar los resultados correspondientes. 

Tú te metes en esa fase con todo claro: voy a hacer una buena entrega, voy a estar en las redes, voy a seguir vendiendo a tope, voy a… voy a…

Ya te pones en situación de toooodo lo que vas a conseguir, porque vas a estar con el foco a tope y no va a pasar ningún imprevisto, por supuesto.

Todo clarísimo.

Esa ilusión de “yo puedo con todo”.

Desde ese lugar, inevitablemente, ya te generas grandes expectativas.

Además, cuando ya empieza todo, esas expectativas van en aumento.

Que para eso te esfuerzas. ¿No?

No solo quieres que las cosas salgan y que los resultados lleguen (que ya es bastante). Quieres que lleguen a tu manera.

Empiezas a crear una visión rígida de “cómo TÚ crees que deben ser las cosas”.

Y, a medida que pasa el tiempo, no concibes que pasen de otra manera.

Esas grandes expectativas que te has montado, te generan apego.

Lo cual, hace que “fuerces” acciones, decisiones o que te impongas ante otras personas, desde el miedo a que eso, ahora, NECESITAS, pase.

Normal que se haga bola.

 

 

Forzarte siempre es mala idea

 

Apretar a veces un poco más… vale.

Forzar, nunca.

Desde “esto tiene que ser como yo creo, que para eso me estoy esforzando”, estás 100% en apego.

¿Siguiente paso?

Llega la autoexigencia.

Ahí ya… estás vendido/a. Porque empiezas a forzar.

La presión que te pones, va en aumento.

A más esfuerzo le pones, mejor recompensa esperas.

Ya estás en el punto de no retorno: llegar al resultado, es jugarse todo, tu identidad, tu valía, tu saber hacer.

Creo que ya ves el peligro.

Cuando ya tienes unas altas expectativas que te han creado apego, exiges cada vez más.

TE exiges.

Ahí, en medio de todo el curro, todos los imprevistos que surgen (en tu mundo piruleta no estaban, pero en la vida real, sí) y entre ese tratar de demostrar que “tú puedes”¡Aun tienes tiempo de ponerte a abrir más melones!

Puestos a forzar… ¿no?

Ya inmersos en este camino, la desilusión no tarda en llegar.

Las cosas no salen. Se te acumulan los chascos. La vida se te hace bola.

Una ejecución que podría haber salido bien, en una subida enfocada y calculada, acaba por darte unos resultados muy pobres.

Y tú piensas que alguien te pone la pierna encima.

Pues menudo contorsionismo, porque la pierna, es la de uno/a mismo/a.

 

Este mayo, a mí la vida se me hizo muy bola.

No pasó nada trágico, pero se me juntaron imprevistos, con temas personales y un viaje planificado hace tiempo.

Era como una sensación de ir a ralentí.

Son circunstancias que se navegan como se puede. Pero siempre siempre siempre tratando de evitar todo lo anterior: apego a las expectativas y autoexigencia.

 

Qué hice en mi caso:

Soltar melones. Es un momento de priorización máxima. Estar en redes sociales, por ejemplo, es de las primeras cosas que suelto. Es el motivo de mi falta de constancia. Por suerte (o, más bien, con mucha conciencia) no es mi único canal de ventas, por eso puedo permitirme no estar en ellas todo el rato.

Dibujar posibles escenarios. Cuando empecé a ver la bola que se creaba, en lugar de forzar el Plan A, dibujé un posible Plan B y un C para que la situación no me arrastrarse. Acabé ejecutando el C, con eso te digo todo.

Rebajar expectativas al máximo. Lo que más cuesta, asumir que los resultados no van a ser exactamente como pensaba. Nunca lo son. Y, a veces, también nos sorprenden para mejor.

 

¿Al final qué pasó?

Primero, que mi salud mental está intacta. Lo cual me parece lo más significativo.

Segundo, que no lo pasé tan mal como otras veces.

Y, tercero, que finalmente, al estar enfocada en las prioridades, y no en TODO, acabé teniendo el mes de más facturación del 2024. 

¿Era algo buscado? NO.

Pero desapegarse de los resultados, muchas veces trae ese tipo de sorpresas.

Cosas que no fuerzas que sucedan, pero acaban pasando.

 

Así que, revisemos si quien nos pone la pierna encima es algo externo, o nosotrxs mismxs.

 

 

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