En enero de este casi rematado 2023, me propuse ganar menos dinero que el año anterior.
Que estupidez proponerse eso, dirás.
Aunque no lo parezca, tenía su lógica.
A principios de 2022, volví después de mi parón por el burnout.
Ese año, lo dediqué a validar mi nueva mentoría (De CEO a 100), con una forma de hacer las cosas a la que yo le veía todo el sentido y cubriendo una necesidad latente en el mercado: que alguien te mentorizase de verdad, a tu lado, creando pieza a pieza.
Y lo conseguí.
Validé mi nuevo servicio con 10 clientes/as mientras pagaba las facturas con proyectos muy escogidos (con valores, propósito etc), y otros temas puntuales que… ñe.
En esta situación, recibía al 2023, y cuando estaba comiendo las uvas, yo ya sabía que iban a ser unos cuantos meses de CONSTRUIR.
Porque, sí, tenía un súper servicio validado, pero quedaba toda la parte de crear sus procesos, mejorar la experiencia de usuario, cambiar toda mi marca… y un sinfín de cosas más.
Es como tener el plano del edificio que quieres hacer ya aprobado por el ayuntamiento, con todas sus licencias y sabiendo todo lo que le vas a meter dentro… pero solo tienes un solar vacío y una pila de ladrillos que ir consolidando.
Y es justo por ese motivo por el que pensaba que no iba a facturar mucho: mientras se construye, la prioridad es posicionarse en el mercado, ganar relevancia, rematar bien las juntas, y ponerle bien de cemento.
Así que, digamos que, lo habitual, es sobrevivir.
¿Es necesario meterle un año a esto?
Pues no, pero eso depende de la situación y disponibilidad de cada cual. En mi caso, somos 2 personas nada más en mi pequeño negocio, y esa fue mi estimación.
Básicamente tenía (y tengo) clarísimo, que no pienso acercarme ni un poquito a cualquier línea que me lleve de nuevo a quemarme.
Pocas cosas me dan miedo en la vida, pero esa es una de ellas.
Así que iba a trabajar menos, pero de forma más inteligente.
Con lo cual, me comprometí con el objetivo, a sabiendas de que no recogería los frutos hasta entrado 2024.
Y me equivoqué.
¿Por qué en 2023, facturé más que el año anterior, si trabajé menos?
Esta fase de construcción, intermedia entre la validación de una idea y la consolidación de un servicio o producto (que es cuando ya facturas billete a lo grande) es algo que, la mayoría de la gente, pretende saltarse.
Para mí, es un error.
Por lo general, lo que se quiere es “tengo una idea hoy, y el mes que viene ya amaso billetes”
AKA me salto lo de investigar, lo de validar y lo de construir, que es un rollo.
Claro.
Soy muy consciente de que esta fase no se puede saltar. Te puede llevar menos que a mí, pero saltársela… nanai.
Así que, lo dicho, me adentré en ella, pero cumpliendo con estos 4 puntos:
1️⃣ Compromiso con mi objetivo. Me había hecho esa promesa y cumplir conmigo era lo más importante
2️⃣ Decir que no a 1000 cosas. Muchas muy jugosas y con bastante dinero de presupuesto
3️⃣Con un ojo puesto en el corto plazo (pagar las facturas) y otro en el largo (la construcción en sí)
4️⃣ Respetando mi salud a todos los niveles como una de las grandes prioridades (es decir, trabajar lo justo y con foco en lo importante)
Todo esto suena a que iba a facturar menos FIJO. De hecho, la primera mitad del año… tenía toda la pinta de que así sería.
Pues fíjate tú por donde, que teniendo el compromiso inquebrantable, con el foco en el objetivo pero adaptándose a los imprevistos, y trabajando solamente en lo que toca y trae resultados…
… en 2023 facturé un 3,8% más, trabajando menos que cualquier año anterior.
Créeme que a mí me dio mucho que pensar.
Porque, en realidad, la clave está en una planificación bien alejada de “propósitos de año nuevo”.
¿Por qué, en general, la gente no planifica bien?
Solo hay 2 formas de planificar:
✅Planificar bien: plantearse en qué dirección queremos poner el rumbo y plantear unos pasos que creemos que nos van a llevar a ese punto. Revisar y ajustar cuando surjan imprevistos u oportunidades y seguir
❌ Planificar mal: dejarse llevar por un arrebato de ensoñaciones, de ojalás y de buenos propósitos (que acaban guardados en un cajón y olvidados para siempre)
Qué hace que mucha gente lo haga mal:
????Usar las Métricas equivocadas. Esta es de las míticas, nunca pasa de moda. El otro día hablaba con una persona que me decía que “hace 6 meses había contratado a alguien que le crea los contenidos para Instagram y que iba fenomenal”. ¿Qué es ir fenomenal? Le pregunté yo. Que hemos crecido hasta los 10.000 suscriptores, me dice. ¿Y ventas? Le digo yo. Ahhh, no, ventas ninguna.
¿Eso es ir fenomenal? A veces, trabajamos con el foco equivocado. Si quieres un negocio próspero, ¿de qué te sirve trabajar para juntar 10.000 personas que no compran?
????Pensar que mi “futuro yo” va a ser más listo/a. La típica de “llevo 6 meses sin ir al gym, pero el lunes voy a tope con un full body workout con calisthenics pull ups jarl gromenauer.
Hoy estoy en el sofá, y desde aquí reclamo a los dioses que me insuflen la motivación necesaria para el lunes ser la persona más lista del universo. Esa que va a saber cómo comprometerse y, simplemente, va a hacerlo gracias al polvo de estrellas. Tendemos a complicarnos, en lugar de tratar de simplificar al máximo para facilitarnos las cosas. Dejamos todo a la futura posible “disciplina y trabajo duro” cuando podríamos hacernos el camino más simple y disfrutable (dentro de lo complicado que ya es de por sí)
????Planificar por ensoñación. También súper trendy. Es lo típico de sentarse frente al papel el blanco y poner por escrito todos los “ojalá el año que viene pase esto”… Pero luego no hay un sistema que te ayude a ir a por ello. Incluso, puede que ni siquiera sea posible que suceda porque hay hitos anteriores que conseguir.
Por cierto, si tienes problemas con esto, ya sabes que tienes mi programa FOCUS para planificar todo.
Vale, tenemos estas 3 causas y, para remate, una cuarta que mezcla las 3, las agita, le pone una aceituna y listo para servir.
Querer controlarlo todo
Dentro de nuestro empeño humano por querer tener todo controlado, previsto y seguro, planificamos.
A veces, de más. Muchas otras, sobredimensionado.
Y querer controlarlo todo, es 100% compatible con la planificación por ensoñación que comentábamos.
Porque, sí, siempre queremos que algo cambie y mejore, incluso a veces desearíamos un cambio radical, pero a la vez, queremos que lo que está ahora se quede tal cual.
Es decir, que nada cambie pero que todo cambie.
La contradicción por antonomasia.
Hacemos malabares para dar pasos hacia lo que queremos, aunque sean fingidos, mientras que tratamos de apuntalar lo que tenemos ahora.
Muchas veces, ya sabes, una cosa no encaja con la otra y hay que dejar algo atrás para ir hacia adelante.
No nos damos cuenta que, cuando se quiere conseguir un objetivo, tienes que asumir el brownie que te vas a tener que comer con él. Del color marrón que más te guste.
En mi caso, construir una mentoría sólida y un negocio que aguante el paso del tiempo, traía consigo el marrón de no facturar demasiado durante un tiempo. Ese era el sabor de brownie elegido y lo asumí. Y me lo comí, toda la primera parte del año (y un poco más).
Negar el brownie y tratar de evitarlo, es alimentar innecesariamente a la frustración.
Es como querer estar fit en 3 meses (ensoñación), empezando el lunes a tope con el workout fit-gromenauer (planificación mal hecha) sin querer sudar demasiado ni sobreesfuerzo (evitar el brownie)
Al final, quizás te toque comer poco brownie, pero asumir que está ahí, y que es posible que un trozo caiga en tu plato, es lo más inteligente.
Tener la habilidad de adaptarse, y de estar cómodo/a en lo incómodo. Ajustar y seguir hacia el rumbo marcado.
De tener que cerrar algunas cosas, dejarlas atrás, o renunciar a abrir algunas otras de momento. No querer tener todo bajo control y avanzar hacia un objetivo con apertura… a ver qué pasa.
Para mí, esa adaptabilidad es la mayor habilidad de CEO.
Tardé tiempo en entenderlo pero, ahora, posiblemente me lo tatúe.
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Acabo ya, dándote las gracias por haber estado al otro lado este 2023, en el que he empezado mi Nueva Era.
Deseo de corazón que este 2024, que estamos a punto de estrenar, destapes la tuya con un gran POP y que esté llena de buenos objetivos, planes inteligentes…
… y que elijas el brownie que te comerás con gusto porque, el objetivo final responde a una visión mucho mayor.
FELIZ 2024. Y feliz Nueva Era.
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