Si te pido que te sitúes en la época barroca (siglos XVII y XVIII) seguramente te imaginarás un rollo tipo María Antonieta con el sombrero a tope de plumas, y el vestido petado de pliegues, lazos y demás florituras.
Probablemente también llevase las uñas de Rosalía debajo de los guantes de seda, pero eso no lo sabemos.
La gente de la época, sencillita no iba. Lo más parecido a esos vestidos, son las webs de los 2000.

Seguramente ves a Mª Toñi paseando por Versalles, en una habitación “normalita”, bien de molduras, remates en oro y una decoración digna de competir con la mesita de mantel bordado que tiene tu abuela al lado de la tele.
(Ya sabes, la que está abarrotada con tu foto de la primera comunión, las de todos tus primos/as y las figuritas de todos sus viajes a Benidorm)
Total…
…Resumiendo mucho la movida, piensa que en ese momento, culturalmente hablando, no todo se centra solo en Dios, como antes, sino que el tema empieza a virarse y se pone al hombre en el centro de todas las cosas.
Así que, después de unos cuantos avances técnicos, como la máquina de vapor (que sería el equivalente al iPhone de la época), se asumió que “el destino” ya no estaba 100% en manos de los dioses, sino que las habilidades y conocimiento de la peña, abrían la posibilidad de un futuro prometedor de avance y modernización.
Desde ese momento, MÁS pasa a ser sinónimo de MEJOR.
No hay más que ver el outfit de arriba de la amiga MªToñi.
Desde entonces (simplificando mucho) cuantos más avances tecnológicos, más productividad, más consumo, más crecimiento económico… ¡Todo mejor!
¿O no?
De esos barros, estos lodos
Cuando vemos que la economía crece, siempre es una buena noticia. ¿Verdad?
Al final, el crecimiento económico, está asociado al éxito social y a la calidad de vida.
Sea a nivel país, o a nivel de tu casa.
Es una idea tan, pero tan afianzada socialmente, que nadie se cuestiona que no haya que crecer.
Hay que producir siempre más, para ganar más, para consumir más… Lo que viene a ser buscar el crecimiento exponencial,
Siempre hacia arriba.
No se pone en duda.
Lo de plantear que igual hay que decrecer, es contraintuitivo.
En cambio, si lo llevamos a nuestro nivel, el tuyo y el mío, que no somos un país, ni estamos en el S&P 500… quizás esa idea de producir cada vez más, para vender cada vez más…
…en ese caso concreto, puede que “más” no siempre sea “mejor”.
Y no me refiero a que no haya que crecer, que es un objetivo muy lícito, faltaría más.
Me refiero a la dictadura del crecimiento exponencial, cueste lo que cueste y como único dogma absoluto.
A nivel país, puede costar problemas medioambientales, escasez de recursos o explotación de países subdesarrollados.
A nivel tuyo y mío, que es a lo que vamos, puede costar la salud física y mental.
A mí me parece un coste bastante alto en ambos casos, la verdad.
Seguir esta idea como borricos puede hacer que, para conseguir ese crecimiento exponencial, tengas que cargarte tus valores, pasar por encima de colaboradores, o clientes y someterte (a ti y al resto) a un estrés insostenible.
Fíjate tu, una idea tan antigua, fraguada hace tantos siglos… y es una de las columnas vertebrales de nuestro día a día, de nuestras decisiones y de tener una agenda desquiciada que siempre busca duplicar o triplicar todo.
Y muchas veces, de gente frustrada, desquiciada y agotada porque todo tiene que ir a más… porque eso es mejor (supuestamente)
Pues no, igual más no siempre es mejor
A mí me gusta ganar dinero. Supongo que como a todo el mundo.
Pero hay algo que no me convence sobre esa dictadura de crecimiento exponencial, que es que, para saber si estamos creciendo o no, solo se usa una única métrica.
En el caso de un país es el PIB, en el caso de una empresa, la principal, es la facturación.
Tener una facturación controlada, creo que es algo importante de cara a tener tranquilidad, poder hacer previsiones, estructurar… hasta ahí, todo correcto.
Pero crecer exponencialmente, requiere de una dedicación, unos recursos, unas contrataciones y unas agendas que, desde luego yo, no busco tener.
Y, quien no tiene un equipo de 200 personas, o una facturación que considera suficiente (para cada caso, “suficiente” será una cifra distinta), se considera un poco loser.
Seguro que un poco tú lo has pensado al leer la frase anterior ⬆️
Es que Menganito, está él solo, con un par de colaboradores, y “solo” factura 100k y le va bien así, no busca más”
Loooooseeeeeer. ¡Con todo lo que podría conseguir si contratase más gente para conseguir más ventas todavía!v¿Verdad?
Ese no es el único camino, no todo el mundo quiere eso.
Y todos los caminos son válidos.
Perfecto quien lo haga, y quiera tener una empresa bien grande, que le guste el management de personas y tal… pero a lo que voy es que no es la única opción.
Tratar de buscar el crecimiento a toda costa, muchas veces esconde detrás la búsqueda de control del futuro incierto.
Queremos prever esas mejoras exponenciales.
¿Quieres crecer? Muy bien. Pero ¿cuál es el motivo detrás de tener que hacerlo caiga quien caiga?
No tenemos en cuenta:
Que de esa forma, pasamos por el presente de puntillas. Todo es echar gasolina hoy para correr mucho, para disfrutar en ese hipotético futuro (que nunca llega, porque siempre hay que crecer, claro)
Que hay otras métricas, algunas un tanto intangibles, como el bienestar, la salud, cómo están las personas del equipo… no hay un número exacto de estas mediciones que salga en la cuenta de resultados
Que si un año, no creces, te fustigas porque “ha sido un fracaso”. No valoramos que, a veces, pasan cosas inesperadas que nos impactan negativamente, y a pesar de eso hemos hecho suficiente. No sabemos cuánto es suficiente, porque siempre tiene que ser más
Yo iba subida en la moto del crecimiento exponencial, hasta que vi que esa moto no me llevaba por un camino que pudiese disfrutar.
Ahora voy en una bici, que es la del crecimiento sostenible.
Es un camino que no siempre va hacia arriba, porque me lleva es de llanuras disfrutables, llenas de tareas con sentido y foco, alguna que otra cuesta arriba bien empinada en las que hay que pedalear a saco y, sí, se para de vez en cuando porque, después de una pedaleada intensa, hay que ajustar piezas, procesos, revisar que todas las piezas de la bici estén bien, para poder seguir.
Va un poco más despacio también, para que fuera del frenesí, pueda disfrutar del paisaje.
Es un funcionamiento más pausado, reflexivo con una visión amplia y a largo plazo.
Es un trabajo que busca en gran parte la realización profesional y no la carga de trabajo que implica dejarte inconsciente con el fin de crecer hasta el infinito.
El crecimiento sostenible, tiene en cuenta otras métricas.
Como el disfrute de lo que hago HOY, el valor que aporto a mis clientes/as, el respeto hacia las personas que trabajan conmigo y la atención hacia mi salud.
Y en eso, ya te digo yo que estoy creciendo como un cohete
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