En octubre del año pasado, hace escasamente 5 meses, me propuse subir de nivel en mi aprendizaje y de la expansión de mi mente.
Si ya de por sí leo mucho, analizo mucho e investigo mucho, en ese momento, me di cuenta de que me faltaba algo clave: el intercambio de ideas con otras personas.
Una conversación de pasillo, un café informal, o un audio por whatsapp con alguien interesante, para mí, es de las formas más poderosas de hacer un upgrade a la calidad de mis pensamientos y, por lo tanto, de mis ideas.
Fue por eso que decidí que tendría al menos una conversación a la semana con alguien que me pareciese interesante.
Por suerte, ya conozco a mucha gente de ese perfil, pero también aproveché este tiempo para contactar gente nueva.
Este “pequeño hábito” (con el que cumplí todas las semanas, menos la de Navidad) me ha dado perspectiva tantas veces, y me ha roto los esquemas tantas otras que me doy cuenta de todo lo que ha crecido mi visión en estos pocos meses.
Así que, un día, me pregunté… “wow, ¿cómo sería juntar a toda esta peña en una única sala?”
Era algo demasiado importante como para no intentarlo
Empecé a mi propia investigación sobre el tema, y resultó que no era la única que aprendía a tope cuando intercambiaba ideas o retos con otra gente.
No me sorprendió en absoluto.
Pero eso se unía con otro tema que, a mí, me perturba.
Y es que nunca he llegado a entender muy bien cómo era que la gente que emprende, o que tiene en marcha proyectos interesantes (o que quiere tenerlos) busca alguien que le diga paso a paso lo que tiene que hacer.
No me refiero a quien busca guía, o acompañamiento (yo misma me dedico a esa labor), sino que me refiero a personas que “exigen” un paso a paso, como si no les interesase tomar decisiones propias.
Como si no confiasen en su criterio para hacerlo.
Y no les culpo, porque venimos de un sistema educativo que tela marinera, y de tragarnos unos mensajes tóxicos que peor todavía.
Quien más y quien menos, puede tener sus inseguridades, retos, y barreras, pero de ahí a ese borreguismo… ¿cómo vamos a cambiar el mundo desde ahí, desde esa inercia?
Y, si la gente lista con proyectos de impacto no es la que va a cambiar el mundo… ¿quién va a hacerlo entonces?
Si estas personas increíbles, van un poco en piloto automático, no tienen espacio para reflexionar con profundidad, y les cuesta posicionarse porque vivimos en un mundo extra polarizado y lleno de hate… Yo, me preocupo.
Por eso, es que he creado un nuevo espacio.
Un lugar en el que nos juntemos para profundizar en temas importantes, para reflexionar, para cuestionarnos qué sucede en el contexto, para escuchar otras visiones, para conocer gente que piensa diferente y para ver los grises.
Todo con el objetivo de desarrollar pensamiento crítico, para madurar la visión propia, y para conocer personas y proyectos que son para flipar.
Un espacio donde todo se articulará a través de una herramienta súper potente, como es la conversación.
Donde juntaros para ya, sí o sí, construir La Nueva Era.
Y este espacio, se llama Mentalidad de aCEO.
Vamos a explorar muchísimas preguntas que no tienen una única respuesta, vamos a cuestionarnos temas que nos afectan en nuestro día a día, algunos de forma tóxica, otros de forma silenciosa.
En definitiva, vamos a crecer en grupo.
Desarrollar este proyecto es parte de mi misión personal y estoy entregada a que la gente que emprenda o arranque proyectos tenga un lugar de anti-borreguismo, anti-inercia y anti-polarización donde desarrollarse profesionalmente.
Lleno de diversidad, intención y cuestionamiento.
Si eres una persona abierta, a la que le encanta ver otros puntos de vista, te espero dentro.
Si quieres mantenerte al tanto de todas mis publicaciones apúntate a mi newsletter aquí