Internet moldea tu identidad (para mal)

Scrolleamos varias horas al día en redes sociales.

Cada día.

Seguro que hoy ya lo has hecho en algún momento.

Dime la verdad: ¿recuerdas las cosas que has visto?

Probablemente, no te hayas quedado con todo.

O con casi nada.

Pero el algoritmo, sí.

Y, con toda esa información, de forma muy sibilina, va guiando nuestras opiniones, gustos, decisiones y, por supuesto, compras.

Lo que se consigue no es solo falta de atención, o falta de paz mental (hello, ansiedad).

También empieza a ser falta de personalidad.

Ya no es solo no poder estar a solas en silencio, o no tener la capacidad de esperar tranquilamente, sin móvil, sea en la cola del súper o en la sala de espera del dentista.

Es un tema de ya no sabes qué te gusta A TI, o que te llama la atención genuinamente.

En lugar de seguir nuestra curiosidad natural, esperamos a que otra gente nos diga qué hacer.

En lugar de explorar nuestros gustos, esperamos que nos compartan “que se lleva ahora”.

No tenemos momentos de tranquilidad donde nos funcione la cabeza como para crear nuestros proyectos, porque cada vez es más difícil encontrar esa tranquilidad sin un “paso a paso”.

Ah y, por favor, que me lo digan en 2 minutos y muy masticado.

Con lo cual, en lugar de crear y de hacer tu movida, te comparas e intentas modelar a alguien para tratar de hacer exactamente lo mismo.

Que, por cierto, ese alguien a su vez habrá modelado a alguien y, así, hasta el infinito.

Internet y las redes sociales han creado una Cámara de Eco, ese lugar donde nos exponemos a mensajes y contenidos que solo confirman y refuerzan unas mismas creencias.

Nos limitan a abrirnos a nuevos puntos de vista diferentes, complementarios o, en general, a explorar nuevos horizontes.

Ese es el peligro real del reduccionismo y de lo que se alimenta la polarización y la radicalización extrema.

Y eso, va dando forma a nuestras identidades, nuestras (supuestas) aspiraciones y, como no, a nuestras Marcas Personales y cómo queremos “vendernos” en internet.

 

Internet, es como Hacienda

 

Porque internet “somos todos” y, a la vez, no es nadie.

Antes, era un espacio libre y accesible a cualquiera.

 

¿Recuerdas cómo era escribir en un blog y que la gente a la que le gustaba entrase a leer tu nuevo post?

¿Recuerdas como era publicar en una red social y que a tus followers les saliese eso que compartías?

 

Ese mundo, ya no existe.

Internet ya no es ese lugar practicable y democrático.

Concretamente, las redes sociales, hacen que exista la dictadura del algoritmo y que la gente que no puede (o no quiere) pagar, directamente, se queda fuera.

Porque es un juego con otras normas, en las que prima el reconocimiento o los recursos económicos y se premia el contenido enlatado para el consumo de masas.

Que solo es válido un cierto tipo de identidad… y esa es el que se modela.

Clones de clones.

La llave del cambio está tanto en quien consume, como en quien crea contenidos.

Como personas consumidoras, tenemos en nuestra mano curar qué vemos, leemos y compartimos.

Es como saber usar bien tu dinero, pensar qué tipo de productos compras y qué valores tiene esa empresa.

Un poco lo mismo, pero en lugar de tu dinero, dónde pones tu atención.

A quién apoyas.

Como personas creadoras de contenido, crear publicaciones acordes a una Marca Personal con un discurso claro, con un punto de vista enriquecido y con cierta profundidad.

Que reflejen tu visión, que comparta tu propuesta con ilusión.

 

También, asumamos algo: crear algo importante implica que sea lento y aburrido.

La profundidad es una apuesta a largo plazo, pero yo creo firmemente en crear un contexto más reflexivo.

No soy una ingenua: sé que todavía somos una minoría quienes reclamamos y nos proponemos hacer (y consumir) cosas con cierto sentido.

Pero esa minoría estamos ahí fuera, y nos tenemos que ir encontrando.

Y eso no va a pasar si cada cual está en su casa por separado rompiéndose la cabeza con estos temas.

Así que apoyemos con nuestras acciones lo que consumimos y vamos a crear Marcas Personales y proyectos fuera de esa Cámara de Eco que nos polariza.

 

 

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