Hablemos de estrés (y de la toxicidad del autocuidado)

Que los niveles elevados de estrés ya es la pandemia silenciosa… creo que ya no es tan silencioso.

Y es normal que hayamos llegado a esta situación.

 

Fíjate en cómo nos han educado:

🟠 Desde la tierna infancia, hemos ido de actividad en actividad, de clases de inglés a flauta travesera, pasando por balonmano. Todo, para prepararnos para “un mejor futuro”. Cada minuto de tu tiempo era “productivo”. Por eso, ahora, cualquier rato que te pilles libre, te sientes una persona vaga y despreciable

🟠 Nos han convencido en que tenemos que competir siempre con otras personas y que, si te paras te quedas atrás y pierdes. Ahora, tienes integrada hasta la médula la cultura del esfuerzo y el pensamiento de que, hagas lo que hagas, nunca es suficiente

🟠 Promesas de que con esfuerzo todo se consigue. Ahora, tiramos de la cuerda hasta que, claro… ¡se rompe! Porque, si no llegas, es tu culpa porque “no te has esforzado lo suficiente” (que esto les viene perfecto de los vendehumos para justificarse si sus mierdas no te funcionan)

🟠 Si vas por un camino lineal y sigues “el libro” llegarás al éxito. ¿Te sorprende que ahora haya una epidemia de perfeccionismo y síndrome del impostor? ¿Y que haya tan poco pensamiento crítico?

 

Hay más causas, pero este creo que es un buen resumen.

Los niveles de estrés que nos rodean tienen unas raíces súper profundas en nuestra psique y, lo peor, es que hemos normalizado tantas cosas que nos cuesta darnos cuenta.

Cuando en 2021 hablé de burnout, yo pensé que estaba sola.

En aquella época, estos temas eran tabú.

Hoy en día, la salud mental “está de moda”. Lo cual, es una excelente noticia, por la parte de que se habla del tema.

La importancia del autocuidado, de rebajar en autoexigencia y de invertir en salud, por fin está en las conversaciones del día a día.

Esto, es importante y un gran logro.

 

Pero, ahora, viene el plot twist.

Porque, como todo, si se lleva al extremo, se convierte en inútil o, incluso, en perjudicial.

Me he dado cuenta de que, en este tema del autocuidado, están naciendo nuevos dogmas.

🟢Para cuidarse, es recomendable tener buenos hábitos. Así haz pilates, camina 10.000 pasos, medita, hazte todo tu skincare, cocina saludable, mete la cara en hielo, bebe 3 litros de agua y abraza un árbol. Sí, todos los días

🟢Los fines de semana no se trabaja, es intolerable. Se trabajan 8 horas de lunes a viernes, porque hay que buscar el equilibrio entre vida personal y vida laboral. Ah, las vacaciones recomendadas son de mínimo 2 semanas, sino no son efectivas

🟢Tienes que tener tiempo “para ti”. Lo que, normalmente, incluye parches de ojos, mascarillas, velas, masajes, pulseras Garmin y diademas que te miden cuánto has meditado “de verdad” en tu sesión de mindfulness

¿Todo esto no te parece más de lo mismo?

¿La misma auto-exigencia pero con traje de persona zen?

 

Vaya por delante que yo me hago un skincare cada día de chorrocientos pasos (no me escondo), hago bastante ejercicio, mi casa tiene tantas velas que parece un altar pagano y reconozco que he abrazado algún que otro árbol.

Pero, para sorpresa de nadie, esta movida del autocuidado llevada al extremo es otra línea de consumismo más.

Y, como siempre, tratando de “cumplir” nos olvidamos de lo importante: cuidarnos.

¿No se trataba de eso?

 

¿Tenemos claro que hay que dormir las horas necesarias?

Lo tenemos.

¿Tenemos claro que hay que tener momentos de descompresión y de silencio?

Lo tenemos.

¿Tenemos claro que hay que autorregularse y adquirir hábitos saludables y de conexión?

Lo tenemos.

 

¿Es necesario llevar esto al extremo y, de paso, consumir un montón de cosas para cuidarse?

Lo del extremo, es innecesario.

Lo del consumo, bastante prescindible.

 

 

Entonces… ¿en qué quedamos?

 

Básicamente, en que hagas lo que a ti te venga bien, no lo que dicte instagram.

Es mi filosofía para todo.

Como cuando digo que hay tantos tipos de negocios como negocios.

Pues lo mismo.

Las recetas no son universales.

 

Y voy a poner un ejemplo muy claro.

Como te decía, en 2021 me explotó tanto la cabeza por burnout que decidí estar bastante tiempo sin trabajar.

Con el panorama de estrés que te planteaba al principio, lo que cualquiera podría pensar es que no me quedan ganas de trabajar, mucho menos a los niveles de antes de petar.

Pues puedo asegurar y aseguro, que sigo trabajando mucho.

 

Alaaaa, ¡lo que ha dicho! ¡¡No puede seeeeeerrr Falcóooooooon!!! ¡¡No has aprendido nada!!

Créeme: he aprendido demasiado.

Y, una de las cosas que seguro que no me funciona, es seguir dogmas porque es lo que se supone que tengo que hacer.

Ni tampoco compartimentar mi vida en cajas llenas de obligaciones.

Prefiero experimentar y ver por mí misma qué es lo que a mí me funciona y con la mínima exigencia, sino con el foco puesto en lo que me recarga y me hace sentir bien.

Y, trabajar, es una de esas cosas.

 

Te cuento cómo lo planteo:

👉Por un lado, necesito estar creando cosas constantemente, es mi naturaleza. Siempre he estado metida en varios jardines

👉Por el otro, me gusta desarrollarme como persona y retarme a través de mi trabajo, y me gusta llevar aprendizajes personales a él

Me encanta trabajar (buemo, lo que comúnmente se conoce como trabajar).

Es gran parte de mi vida.

Aprendo y me desarrollo muchísimo con ello.

Mi problema nunca fue trabajar mucho, sino trabajar mucho en las cosas equivocadas.

Nunca fue “estar a muchas cosas”. Fue estar a muchas cosas que no resonaban conmigo.

El problema era la presión, la autoexigencia, los objetivos que no eran míos, y obviar mis valores muchas veces.

Siempre me ha gustado lo que hago. Lo que no me gustaba, era CÓMO lo hacía.

Así que, sí: con todo lo que he pasado, puedo decir que sigo trabajando mucho, pero mi estilo de vida ahora es mucho más fluido e integrado todo con todo, porque hago las cosas desde mi libertad creativa, y en conexión de lo que creo que aporta valor y soluciones reales a otras personas.

Lo más importante: es que trabajo con mucha intención.

 

🖤 Mi autocuidado no se basa en que me echo muchas cremas en el careto.

🤍 Mi autocuidado está en tratar de respetarme al máximo en cada paso (grande o pequeño).

 

🖤 Mi autocuidado no está en beber mis 2 litros de agua y mi batido de proteínas.

🤍 Mi autocuidado está en crear espacios de silencio para escuchar qué hay dentro de mi cabeza.

 

🖤 Mi autocuidado no es encender una vela mientras hago yoga.

🤍 Mi autocuidado emerge cuando mantengo conexión con lo que valoro y tomo decisiones basadas en mis principios.

 

🖤 Mi autocuidado no es trabajar menos horas.

🤍 Mi autocuidado es trabajar las horas que yo considere porque lo disfruto y porque, lo que sea que estoy haciendo, para mí es IMPORTANTE independientemente de si parece exitoso o no desde fuera

 

¿Todo lo demás es necesario?

Depende de cada caso particular.

De tus circunstancias.

Yo no me voy a quitar de mis 150 cremas, porque lo disfruto infinito.

Pero si tuviese 5 hijos, igual solo me echaría una.

Lo que seguro que es prescindible es la autoexigencia, el piloto automático y seguir dogmas que, en el fondo, te la sudan.

 

¿Te gusta meter la cara el hielo? Adelante.

Pero no pongamos “soluciones” superficiales a un tema de vital importancia como es este.

 

Pinte parches de ojos si quieres, pero no parches a los problemas.

 

 

Si quieres mantenerte al tanto de todas mis publicaciones apúntate a mi newsletter aquí

 

Deja un comentario