Por qué emprender causa conflictos internos

Susana tiene 43 años, y sufre ataques de pánico con frecuencia.

Tiene un puesto de mucho trabajo y responsabilidad en una multinacional… pero ese no era su problema.

Ya con 18 años, no se quiso complicar, y se matriculó en administración de empresas, como habían hecho sus padres y sus hermanos… pero ese no era su problema.

Consiguió su puesto de trabajo bastante joven, así que se compró una casa enorme con su recién estrenado marido. La casa tiene una hipoteca bien alta… pero ese no era su problema.

Con el tiempo, fue adquiriendo un estatus social relativamente elevado que incluye viajes, ropa, cochazo por lo que sus gastos eran bastante elevados… pero ese no era su problema.

 

El problema de Susana no era ni gastar mucho, ni tener mucho trabajo, o responsabilidad.

El problema es que nada de eso por lo que había trabajando tanto (y sigue) lo había elegido ella.

Este problema, se complica todavía más cuando, aun sabiendo que debería cambiar algo (o todo) no se baja de esa moto porque Susana ni quiere admitir que, por ahí no era (sería durísimo eso) ni está dispuesta a bajar de nivel social (y que la gente piense que es una looser)

 

Susana no existe, pero me he inventado esta historia basándome en muchas Susanas (y Susanos) que conozco. Seguro que tú también conoces a alguien así.

O quizás tú estés en una situación similar, en la que has creado tu empresa, y lo has hecho a imagen y semejanza de estereotipos, mandatos y mucho adoctrinamiento.

Que difícil que pase el tiempo, que hayas trabajado un montón y sacrificado de todo por conseguir cosas que ni siquiera te importaban

Que llegue ese durísimo día en el que te preguntes “¿qué estoy haciendo con mi vida?”. Todo, por no haberse preguntado nunca qué era lo que querías tú.

Acallar esa voz, y hacer como que no pasa nada, SÍ es un problema.

Todo, por seguir “el caminito”.

 

Qué es el caminito

 

Lo que hizo nuestra ficticia amiga Susana, es lo que hemos hecho muchxs: seguir las reglas marcadas sin rechistar.

¿Podemos decir que ella eligió libremente matricularse en esa carrera, comprarse esa casa, y tener todos esos gastos? No, no podemos. Nadie es totalmente libre.

Me explico.

Que una persona en su sano juicio y libre albedrío, crea que está eligiendo libremente, es parte del adoctrinamiento. Por eso, el caminito es una herramienta diabólica de un diseño brillante.

???? Por ejemplo, tú, yo (y mucha gente) escogemos libremente matarnos a trabajar horas y horas sacrificando muchas otras partes de nuestra vida (incluida la salud). 

¿Esa es tu elección, o te han hecho creer que eso es lo único que puedes hacer? 

“Es que para crear y mantener un negocio hay que sufrir, sacrificar, y pasarlo realmente mal”

¿Tú traías esa afirmación en tu cabeza al nacer? Yo no. Un burnout más tarde, ya no sé qué pensar.

 

Hay varios mecanismos que nos llevan a tomar decisiones que en realidad no son nuestras, pero estos son los principales:

1️⃣ Los relatos populares. Sí, esos que repetimos como ovejas y que, reforzadas con frases de galletita de la suerte acuñadas a Einstein, cobran más fuerza todavía. Los que mejor funcionan, son todos los relatos en defensa del sacrificio, la cultura del esfuerzo, o el status social, que nos llevan a seguir ciertas normas preestablecidas para que consigas “el éxito”

2️⃣ Actitud de comodidad (instalado por defecto). Porque seguir las normas, es más fácil. Siempre es más cómodo que te digan lo que tienes que hacer. Y esto, interesa que sea así. Se promueve que sea así. El sistema educativo está creado para convencerte de que no des problemas y que no pienses demasiado por ti mismo

3️⃣ Buscar validación externa. Buscamos que nos acepten en el grupo. Dependiendo del grupo al que te interese pertenecer, escogerás unas cosas u otras. Puede ser un grupo social, tu familia, un determinado tipo de tribu urbana, o un entorno profesional (knowmadas digitales, por ejemplo). Pero el caso es que cambias algo de ti, o impostas solo para que te validen en ese grupo, no perteneces a él de forma “natural”

 

Decía Jean Pol Sartre que “el hombre está condenado a ser libre”. ¡¡Menuda responsabilidad tomar tus propias decisiones!! De simplemente nacer, y luego ser y hacer lo que quieras.

Mucho se habla de la autenticidad, pero creo que llegar a ser un “yo puro” es una utopía. Todo el mundo nace condicionado por tu contexto y su tiempo. Pero, como todas las utopías, eso es algo que nos sirve para que avancemos hacia ella, aun sabiendo que nunca vamos a llegar.

Es buscar tu verdad, con todos sus matices, para tomar tus decisiones desde ahí.

No es renegar de lo que te ha traído hasta aquí, sino empezar a cuestionarlo y separar lo que sirve, de lo que ya no.

Reconocer lo que sí sale de ti, y lo que ha sido impuesto, para crear la visión del futuro que quieres ver.

Sino, ¿qué clase de empresas y, por lo tanto, futuro, estamos creando?

Evitemos que llegue ese día, como le acabará pasando a Susana, en el que te preguntes: ¿qué estoy haciendo con mi vida?

 


 

No es procrastinación, es falta de claridad y estrategia

 

No te líes: para tener un negocio próspero, hace falta tener un servicio o producto valioso y atractivo y gente que te lo compre. Y ya. El problema está cuando tú no tienes claridad ni estrategia en lo que vendes (y cómo).

Lo que necesitarías en ese caso es hacer un análisis de cliente profundo (y real, no inventando las supuestas necesidades), crear una oferta estratégica, y validarla en el mercado. Básicamente crear las piezas de un Modelo de Negocio sostenible en el tiempo (no queremos pan para hoy y hambre para mañana)

Pero si tienes valores, ganas e intención de ayudar a la gente… ole tú, porque tenemos parte del camino hecho.

Así que vamos a celebrar que De CEO a 100 abre sus puertas para recibir candidaturas. Si estás en ese momento de crear algo diferente, para crecer por fin… Hablemos y veamos si estás en el punto de aprovecharlo al máximo.

 

Tu Nueva Era nunca había estado tan cerca.

 

 

Deja un comentario