La archiconocida frase de “o ganas o aprendes” escama a mucha gente.
A nadie le gusta equivocarse.
Menos aún, cagarla a lo grande.
Lo que viene a ser un fracaso. Algo en lo que tenías unas grandes expectativas puestas y… bueno, finalmente te llevaste algo parecido a un chancletazo en toda la boca.
Y, otra de las míticas frases, que se junta con esta es “persigue tus sueños”.
Que “si tienes el valor de hacerlo, lo conseguirás”.
Solo que en esta frase motivacional, se olvidaron decir que, en este proceso, vas a llevarte ostias como panes.
Inevitablemente.
Es la vida misma.
Decepciones, imprevistos, bastantes noes y unas cuantas cosas que no salen ni al quinto intento.
Y esto pasa incluso cuando no tienes demasiadas expectativas. Incluso así, pueden aparecer sorpresas desagradables.
En cambio, ese “camino tras tus sueños” lo pintan de una forma lineal, como si se pudiese ir haciendo una serie de “checks”, al puro estilo, hacer primaria, luego secundaria, luego bachilletato, luego la universidad…
No se tienen en cuenta las ramificaciones, las vueltas en círculos, ni tampoco las patadas que te devuelven a la casilla de salida.
No se tienen en cuenta los fracasos.
La confusión inicial
Cuando me he pegado una buena hostia, mi reacción inicial era no aceptarla.
La equivocación estrepitosa me dejaba muy confundida.
El motivo es que, normalmente, lo hacía todo por el libro.
Cubría los checks.
Entonces, pensaba que, si lo he hecho todo tal cual, como se supone que hay que hacerlo…
¿Dónde está mi Maserati?
¿Por qué estoy en un lugar tan frustrante e inesperado?
¿No he seguido el libro adecuado?
Y repito… ¿Dónde está mi Maserati?!!
La conclusión a todo esto, normalmente era que, si he seguido todos “los pasos para el éxito” y no tengo el Maserati… entonces sería que el problema estaba en mí.
No había sido un fracaso.
Yo era la fracasada.
Y ahí, es donde empiezan todos los problemas.
Cuando asociamos nuestra identidad (fracasada) a un resultado (no tenemos el Maserati prometido)
Esto es lo que nos lleva a que cada vez que queramos hacer algo, surgen todos los posteriores pensamientos en bucle de ¿¿¿y si sale maaaaaaal????
Es un tema de identidad, te lo digo.
La siguiente confusión
Hay otra cosa en la que creo que nos confundimos.
Creo que tanta charla motivacional refrita, con esas ideas que la gente repite en plan loro, sin saber el sentido real que tienen, están haciendo bastante daño.
Y es que, otra idea que seguro que has escuchado mucho es la de que “hay que saber adaptarse”. Que la adaptabilidad es una de las habilidades fundamentales del siglo XXI.
Vaya por delante, que yo estoy 100% de acuerdo. Saber adaptarse es fundamental.
No llegaremos muy lejos siendo seres rígidos que nos empeñamos en que todo siga igual, negándonos a cambiar ni un ápice.
Lo que sí creo que está equivocado, en todo el speech motivacional sobre la adaptabilidad, es el significado que dicen que tiene.
Adaptabilidad no es “renovarse”, estar pendiente de lo último para sumarse, mucho menos ir a rebufo y copiar el movimiento que otras personas lideran.
Adaptabilidad sí es tener la capacidad de moverse con muchas variables en movimiento. Ser muy consciente de que, en cada paso que tú das, hay 400 millones de cosas moviéndose y cambiando a la vez y, seguramente, muchas de ellas afecten a ese paso.
Pero es el paso que TÚ das, con intención, no el que te han dicho que hay que dar, no tu actitud reactiva a las cosas que te amenazan desde fuera.
Cuando decides dar el paso porque hay razones de peso para que lo des, y algunas variables desconocidas han hecho que ese paso no acabe exactamente en el lugar que pensabas, es cuando dices “ah vale, ahora conozco 2 nuevas variables, que hace 1 hora no conocía, las tengo en cuenta para mi siguiente paso”
Otra idea sin fondo de speech motivacional: “nunca hay que dejar de aprender”.
Me resulta curioso porque parece que se refieren solamente a hacer más cursos, leer más libros… en lugar de HACER COSAS que nos hagan conocer nuevas variables que integrar en tu batería de conocimientos.
La tuya.
Todo esto hace que cambie el enfoque del fracaso.
Primero, porque normalmente no se llega a ningún lado con las expectativas de que, siguiendo un paso a paso rígido, todo está hecho
Segundo, porque asumiendo lo anterior, con esa visión llena de curiosidad de “a ver a dónde me lleva esto” cuando el paso que das te destapa nuevas variables desconocidas, no es un fracaso, son nuevos superpoderes.
Por eso, en los últimos tiempos, me ha quitado mucha presión esto de pensar a ver qué me tiene preparado hoy la vida.
Esta misma semana, he tenido que enfrentarme con un reto complejo que, a cada variable que desbloqueaba, todo parecía que se iba derrumbando un poco más.
Así que hice el ejercicio:
¿Qué es lo que tengo que aprender de todo esto? Voy a aprovechar la oportunidad.
Por ejemplo, ¿estás haciendo unas entregas de tus proyectos reguleras y la gente se está quejando un poco? ¿Eso te lleva a tener conflictos y conversaciones difíciles? ¿Qué oportunidad de crecimiento tienes en ello?
Quizás no sea la calidad del trabajo, quizás no sea el tipo de clientes, ni de proyectos… quizás es que estás abarcando demasiado.
Ahí tienes la oportunidad de cambiar cosas, el aprendizaje REAL que no te da ningún curso.
El error está en quedarse solo en la idea de que ha sido un fracaso.
El error está en no tomar cada paso con ilusión porque, desbloqueando variables que desconocías, tú vas a salir reforzado/a.
Así, haciendo cosas, dando pasos y no apegándote a esa idea de que el problema eres tú.
Es precisamente cuando los retos se van resolviendo.
Ese es el crecimiento.
No es “ganas o aprendes”.
Es “aprendes, o aprendes”. O “ganas o ganas”.
No hay cara o cruz en esta moneda.
Si quieres mantenerte al tanto de todas mis publicaciones apúntate a mi newsletter aquí