El Miedo al Éxito es tan real como sus causas

La primera vez que escuché lo del “miedo al éxito”, me pareció una estupidez.

Sinceramente.

Miedo al fracaso, sí, obvio.

¿Quién quiere equivocarse?

Justamente, lo que quieres es el éxito.

Y, por éxito, en este caso (y como siempre) me refiero a lo que sea que significa esa palabra para ti.

¿Cómo alguien va a tener miedo a conseguir…. lo que quiere conseguir?

La idea suena súper absurda.

 

El caso es que, por mucho tiempo, pensaba que eso no iba conmigo.

Supongo que como mucha gente.

Pero el caso es que, montando negocios desde 2012, te podrás imaginar que, algún que otro traspié he tenido.

Por no decir muchos.

Y no me ha supuesto el mínimo trauma.

Sí, frustración, un ratico para recomponerme y tal… pero se sigue.

Eso nunca me ha frenado.

Así que, cuando hace 2 años, en mi burnout (sí, cuando me replanteé mi vida entera) retomé esta idea porque, me olía, que igual no era tan descabellada como me había parecido en un inicio.

 

 

Anatomía del Miedo al Éxito:

 

Este pavor irracional, puede tener varias causas.

Pero vamos a quitarnos las 2 obvias de delante:

➡️ Lo más habitual es tener miedo al rechazo de tu entorno cercano. Conseguir algo que para ti es muy deseable (por ejemplo, ser artista) puede generar rechazo en tu familia de médicos, o crees que tu grupo de amigos/as te van a mirar diferente. Aquí entra a tope el auto-sabotaje, pero no me voy a enredar con esto, si quieres profundidad sobre este tema, tienes este vídeo reciente

➡️ Luego está el tema educacional con el que nos enseñan a “portarnos bien” y a hacernos pequeños/as. Lógicamente, puede pasarle a cualquiera pero, como te podrás imaginar, pasa especialmente si eres chica. Calladita estás más guapa. Así que el éxito no es para ti

Estas 2, son los ejes centrales de toda la mandanga.

Lo que más frena.

Pero a mí… no me convencía. Yo sabía que a mí me “fallaba” otra cosa.

Y, después de mucho journaling… ¡¡tacháaaaaan!! Llegue al quid de la cuestión (en 2 clics)

 

Efectivamente, empecé pensando que era lo de que no confiaba en mí (wait for it) pero no porque no me creyese capaz, o porque no fuese a encontrar la forma… creía que no iba a ser capaz de mantenerlo.

En esto de recuperar la confianza en mí misma, entraba todo el tema de que no le daba el tiempo suficiente a las cosas para que creciesen. Las pisaba antes. Porque pensaba que no iba a tener la energía suficiente.

La verdad es que llevaba tanto tiempo a tope y quemada, que todo se me hacía un mundo. Cada paso era demasiado esfuerzo.

Eso detonaba que estaba en el charco equivocado.

Quería demostrar(me) tantas cosas, que lo complicaba todo demasiado. ¡Pues claro que era un súper esfuerzo! Si todo tenía su dificultad, yo lo hacía más difícil aún.

Con eso encima, lo que buscaba era evitar todo el desgaste energético que creía que iba a sufrir si además “conseguía el éxito”, y que estaba convencida de que no iba a poder aguantar.

Un proyecto, por muy ilusionante que sea, tiene toda una etapa de semilla, de crecimiento… de construcción. Una etapa en la que, dineros, ves más bien pocos.

Y yo tenía mi idea de éxito en el lugar equivocado.

Mis ideas soñaban con proyectos ilusionantes, pero mis manos ejecutaban trabajo que daba buenos billetes.

Y mis manos no podían ni con un gramo más de presión.

En mis ensoñaciones, creía que iba a pasar (hipotéticamente) una serie de cosas enormes que me harían perder el control de todo.

Y para alguien que va bastante a tope, y que tiene el foco puesto en lo que no es… perder el control (más) es su mayor pesadilla.

Llegas a estar conforme con el “no éxito”. Es psicológicamente frustrante, pero es más fácil.

No pierdes el control, porque te quedas en zona conocida.

Estás en tus dominios.

Darse cuenta de esto, ya fue todo un clic.

Pero… había algo más.

 

 

El miedo al hate

 

Siempre he pensado que, para conseguir lo que uno quiere, hay que mojarse el culo.

El problema es cuando te lo mojas en el charco equivocado.

Y yo, en el fondo, lo que quería era crear cosas, trabajar con personas que vibrasen conmigo. Pero para eso, tenía que salir ahí fuera a buscarlas.

Llegar a cuanta más gente, mejor.

En mi caso, no sé si lo has notado, pero de un tiempo a esta parte, mi comunicación y mensaje, ha cambiado bastante.

Estoy viviendo una #NuevaEra literal.

Pero antes no era así porque, consecuencia de ese rollo de no querer perder el control, optaba por no posicionarme en cosas que eran importantes para mí.

En eso, subyacía el miedo al hate.

 

La respuesta: ser políticamente correcta todo el tiempo.

El problema: que eres una más.

La consecuencia: no se aporta tanto valor desde ahí y no conectas.

 

El hate es como un miedo al rechazo, pero no a nivel entorno, sino a un nivel macro y abstracto. A lo que pueda pasar en las redes o en una sala de conferencias. A ese ente etéreo de personas que están al otro lado.

Cuanto más lejos llegues, más probabilidad de hate y de perder otro trocito de control.

 

Yo era súper consciente de mi problema, pero me veía incapaz de solucionarlo.

Porque, supuestamente (ya sabes, ¿no?) te dicen que la solución era “tener confianza en una misma”

Ya… y eso, ¿dónde se compra? 

Ojito ahora: con el tiempo, me di cuenta de que no era un tema de confianza per se.

 

Así que hice un ejercicio de honestidad brutal conmigo misma:

Quería la visibilidad a ese tipo de personas a las que buscaba, compartiendo mi opinión de forma transparente… pero sin asumir la parte mala de tener esa visibilidad: el posible hate.

Y eso… no es viable. Cada camino que se toma, trae su marrón asociado, sí o sí. FIN.

 

Podría decir que esto se arregla cuando “te da igual lo que piensen los demás”, y “que seas tú mismo/a…” pero eso es una respuesta estúpida y simplona a un problema mucho más complejo.

Y aquí es dónde me llegó el GRAN clic:

Ponerse limitaciones a una misma, tratar de ser neutra, agradar por igual a todo el mundo… según mi experiencia, es consecuencia de todo lo anterior, pero también de una falta de criterio propio. De no tener las propias ideas claras.

Yo no las tenía.

Sí, veía cosas que no me encajaban, que no me convencían, desde vendehumos y mensajes de manipulación, hasta multinacionales con sistemas absurdos y sin valor.

Y más cosas.

Pero optaba por no posicionarme. Por no mojarme el culo.

Por eso, me tocó hacer autocrítica.

Claro que no tenía confianza, joder, es que no estaba ni parándome a pensar en lo que estaba pasando a mi alrededor.

No dedicaba tiempo a trabajar para tener mis ideas sólidas, gracias a investigar, reflexionar y sacar mis conclusiones.

 

Si les veía sentido a mis ideas… Existía la posibilidad de que gente afín a mí, también se lo viese. ¿No?

Empecé a escribir mucho sobre ellas, pero sin publicar nada. Necesitaba hacer músculo.

¿Pero sabes lo que realmente me hizo reaccionar para vencer el hate y el fucking miedo al éxito?

Fue una frase que surgió en mi cabeza:

“Quítate de en medio”

 

Me daba demasiada importancia. Mi ego se lo tomaba todo de forma personal, cualquier ceja levantada, cualquier silencio de reprobación.

Pero ahora tengo mis ideas sólidas, y mi visión clara. Y eso, es más importante que yo misma.

Es, literalmente, una misión.

Me identifico a mí misma como “el vehículo” transmisor de esos mensajes.

Y, es una maravilla, porque es así como estoy viviendo mi éxito, y disfrutándolo cada día.

 

Fíjate tú.

La solución no era “tener confianza en mí misma”

La solución era quitarse de en medio.

 

 

Si quieres mantenerte al tanto de todas mis publicaciones apúntate a mi newsletter aquí

 

Deja un comentario