¿Culpabilidad por trabajar mucho? ¿O poco? Un hack que cambio mi vida

Vamos a comparar la agenda de una persona del 2023 con otra de la época de las cavernas.

Como supondrás, hace miles de millones de años, la gente no iba al gimnasio.

No se reservaban 1 hora al día para hacer “Stone-Lifting”, ni “Rock-fit”

Tampoco se lamentaban porque pasaban poco tiempo con sus amigos/as.

No tenían que bloquearse los viernes por la noche para obligarse a socializar y bajar a tomarse unas tapas de mamut, con unos cócteles de leche de cabra.

Y lo que seguro que no hacían era el “meal prep” para dejar listos los tuppers con bayas y estofado de jabalí de toda la semana.

 

En cambio, en una agenda de 2023, tenemos tantas “obligaciones” con las que cumplir, sean reales (recoger a tu hijo en el cole) o autoimpuestas (tener el cuerpo más fit del barrio), que no queda otra que hacer un tetris importante en la semana, para que todas las piezas encajen.

Cuando, además, tienes un negocio por tu cuenta, el tetris se convierte en un programa de Humor Amarillo.

¿El problema?

El de siempre: quererlo todo, quererlo ya y quererlo perfecto.

Dependiendo de cómo te lo montes, ese planning dividido en cajitas estancas (8h de trabajo, 1h de ejercicio, 1h de meditación, 1 de jugar con mi hijo, 2 de cocinar, 30 minutos de leer a Marco Aurelio…), puede convertirse en algo que vaya creando, barrote a barrote, tu cárcel particular.

Porque entras en una dinámica de ir con el calzador a rellenar cada una de las horas de la semana.

De crear una rutina rígida e infumable.

Poco realista, muchas veces.

Ya sabes: hay que llegar a todo.

Y la lista de “obligaciones” que queremos encajar, es infinita.

 

Consecuencias que salen del tetris maquiavélico este:

– La Autoexplotación, producto de estar en una sociedad que nos ha educado para producir 24/7. No es suficiente con que nos hayan lavado el cerebro para conseguir los mejores resultados en lo profesional, que también lo hacemos con los temas del tiempo libre. No basta con hacer ejercicio para sentirte con vitalidad y en forma, sino que tienes que ponerte objetivos para conseguir llegar a xx antes del verano

 

– Tratar de encajarlo todo, lo cual nos lleva a la habitual frase de “no me da la vida”. Si no da, quizás las expectativas de todo lo que queremos hacer al mismo tiempo, están a niveles desorbitados. Es tal el apretujamiento, que estás meditando, pero en realidad lo que estás haciendo es pensar en poner un “check” en tu lista de tareas infinita de hoy

 

– Estar permanentemente ocupado/a da una falsa sensación de control que produce mucho gustito en el corto plazo. Te hace sentir importante. Tener el control de cada minuto y de cada detalle, vale la pena para conseguir NO cuestionarte mucho “qué estás haciendo con tu vida” y con tu empresa. No enfrentarse a eso, tiene ventajas a corto plazo. Lo cual lleva a rellenar el tiempo, muchas veces, con proyectos, personas y compromisos equivocados. Igual tardas varios años en darte cuenta de esto, porque en la apretada agenda no tienes una cajita destinada a “pensar qué es lo que quiero”

 

Todo esto, no me lo ha contado una amiga.

Lo he vivido en mí misma y fue gran parte de lo que me llevó al burnout.

Hay factores externos también, pero entono el mea culpa al menos en esos 3.

En mi cabeza, SIEMPRE había una voz que decía “no llegas”.

Era constante.

Y cansina.

Con respecto a mi empresa, yo me comí de pe a pa toda la movida de que, al trabajar por cuenta propia, hay que tener un horario de tal a tal, dedicar tanto tiempo a esto, y tanto a lo otro, trabajar en un espacio separado al lugar en el que haces vida y, en definitiva, compartimentarlo todo al máximo.

Y oye, estoy segura de que a mucha gente le funciona, yo no vengo (ni hoy ni nunca) a sentar cátedra con la verdad absoluta.

Pero para una persona como yo, con 1000 inquietudes, que dedica mucho tiempo a la lectura y al estudio, a atender a clientes/as, al desarrollo profesional/personal y a socializar… No veo útil tener todo súper rígido y atomizado.

En mi caso, yo me desarrollo a mí misma a través de mis emprendimientos. Ni yo sería la misma sin ellos, ni mis empresas serían lo mismo sin mi evolución. No hay separación, soy la misma persona y mi cerebro no está compartimentado.

Sigo haciendo mi time blocking y todo el rollo, pero con una mentalidad de flexibilidad extrema según lo necesite y la época del año.

Pero trato de tener un estilo de vida mucho más integrado.

 

 

Vida más integrada vs vida atomizada

 

Volviendo a la peña de las cavernas…

Aquellas personas, tenían una vida totalmente integrada y de una forma muy sana. 

Socializaban mientras trabajaban, se movían como parte de su día a día o cocinaban en grupo, y ahí seguramente les preguntaban a sus hijos/as que qué tal el día.

Yo intento mezclar al máximo las distintas áreas de mi vida, difuminar las líneas. Tenemos esta tendencia a separarlo todo y a poner funciones diferentes a todos los momentos.

Estoy escribiendo este mail un sábado por la mañana.

Es una tarea que, si vamos al manual teórico, encajaría en el grupo de “trabajo”.

Siguiendo esa teoría no escrita, los sábados no se trabaja.

Debería sentirme culpable por ello.

Así no tenga otra cosa que hacer ese día.

De la misma manera que, ayer (viernes, según escribo esto) que me pillé toda la mañana para ir a cortarme el pelo y hacer diligencias varias mías personales.

A media mañana, paré en una cafetería para responder algunos mails, y luego me fui al súper.

Supongo que también debería sentirme mal por ese “desorden”.

Ya te lo digo: hace tiempo, me sentiría muy culpable.

Por no llegar a todo de lunes a viernes, por tener que trabajar un sábado, por tener que plantar todo para ir al dentista un miércoles y que me trastoque el número de horas.

Por no cumplir con mi planning perfecto.

Not anymore.

Sigo usando el time blocking a diario, pero esas cajitas con extra flexibles, reemplazables, móviles y, sobre todo, “mezclables”.

He adoptado la filosofía de vida integrada, que quiere decir que, aprovechando que trabajo por mi cuenta, las líneas entre trabajar, socializar, ejercitarme o aprender están muy borrosas.

Quitarme esa presión, y eliminar cosas de las que no disfrutaba en absoluto, han conseguido (sorprendentemente para mí) el efecto contrario al esperado: estoy consiguiendo “llegar a todo”.

Ojo: a todo lo que me he priorizado y tiene sentido para mí, para mi gente y para mi empresa. No a todo lo del universo.

Es decir, consigo acabar más cosas que antes, no porque tenga poco, sino porque trato de no hacer todo bajo presión y he inyectado una gran dosis de flexibilidad.

De la misma forma que abro el portátil en la sala de espera del dentista para responder un mail, me puedo pasar 2 horas de “jornada laboral” haciendo journaling si ese día lo necesito.

Este año me fui de viaje 2 veces y nadie se enteró. Y digo nadie, porque mis clientes no encontraron nada distinto, porque les di soporte como siempre.

¿La única diferencia? Que por las tardes estaba o en una tumbona, o explorando una ciudad. Voy buscando esos equilibrios.

¿Eso quiere decir que no voy a desconectar 100% en ninguno de mis viajes? Claro que no.

¿Esto quiere decir que trabajo desde la playa cual knowmada digital que solo entra a ver cuántos millones han entrado hoy?

Ni de coña lleno yo el portátil de arena para una foto fake.

Esto quiere decir, como siempre, que cada persona tiene que decidir qué le va mejor, y tratar de tener una empresa y un estilo de vida que encaja al máximo con sus metas y circunstancias.

Se trata de evaluar qué es lo que tienes, qué es lo que quieres, qué es lo que necesitas… y que tu vida se construya alrededor de eso pero a tu favor.

 

COSITAS QUE ME AYUDAN A INTEGRAR:

  1. Cumplir promesas. Nada de esto pasa por escaquearme de cumplir con lo que me prometí. Si dije que iba a ir al gym 4 días a la semana, voy. Pero esos 4 momentos pueden ser flexibles e intercambiables.

Los extremos nunca son buenos: ni tanta flexibilidad que te pases el día echando la siesta, ni tanta rigidez que no puedas respirar.

  1. Prioridades y más prioridades. Posiblemente, la parte más clave de cualquier tema de planificación. Saber qué es lo que de verdad importa y dejar fuera todo lo demás. Parece un ejercicio tonto de 5 minutos, pero no lo es. Llega su tiempo tener claro qué es lo importante, no solo ahora, sino también en el largo plazo.
  2. Encontrar tu mezcla. Mezclar cosas no es hacer multitasking. Te pongo algunos ejemplos para que pilles la idea…

… si quiero ir a ver una exposición, puedo ir con una amiga y aprovechar la ocasión para compartir tiempo con ella y socializar

… como hacer cardio moderado lleva su tiempo y es aburrido, lo que hago es ir al súpermercado andando por un camino más largo (o llevo a la amiga y también socializo)

… como quiero comer saludable, hago el dichoso meal prep con mi pareja, para pasar tiempo juntos y que el proceso sea más divertido

… quiero escribir un newsletter, así que mientras mi hija está en clase de dibujo, yo la espero en la cafetería de enfrente dándole a la tecla

 

Y, sí, si me he levantado inspirada un sábado por la mañana para escribir esta newsletter voy a hacerlo.

Quiero que mi vida personal y profesional estén integradas sin generarme culpabilidad por lo que puedo o no puedo hacer.

Siempre y cuando no afecte a la gente que trabaja conmigo, así lo haré.

Si tú necesitas separar… ¡separa! Pero porque quieres y porque te viene bien. No porque haya que trabajar 8 horas exactas o porque esté mal organizar la semana el domingo.

Pero rompamos esa rueda venenosa y flexibilicemos para poder disfrutar de cada momento de trabajo, de vida y de todo lo que se mezcla entre ellos.

 

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