Cómo se da un pelotazo con una empresa (paso a paso)

Dar un pelotazo es algo que desean la mayoría de personas que montan una empresa.

En las noticias sale todo el tiempo gente normal, como tú y como yo, que montaron un negocio y que, en poco tiempo, tienen unos niveles de facturación mensual iguales a los míos en 2 años.

Lo ponen como el ejemplo a seguir.

Bueno, en realidad, lo ponen como el único ejemplo porque, quien monta algo y factura “normalito” no sale en las noticias.

Si no hay más referentes que eso y a esa la burbuja de fantasía se le suma la peña en redes sociales que nos venden que venden mucho para vender más (vaya trabalenguas) pues pensamos que el único camino es el del éxito repentino y rapidito.

Que lo contrario es ser un/una loser.

 

Pero, en realidad, dar el pelotazo, es muy asequible. Solo consta de 4 sencillos pasos:

Paso 1: detectar una necesidad por cubrir y apostar por querer solucionarla

Paso 2: ejecutarla de la mejor forma posible (de nada sirve una buena idea sin una GRAN ejecución)

Paso 3: sacrificar toda vida social, familiar y personal para meterle horas para desarrollarla lo antes posible

Paso 4: meterle más gasolina, forzar las cosas, acelerar todo, aumentar exigencia y prisa

Paso 5: contratar enseguida mucha gente. Exigirle a esas personas que también sacrifiquen su vida personal

Paso 6: sufrir durante un par de años hasta puntos dolorosos

Paso 7: no reconocerte en el espejo por todo lo que has engordado y el color verdoso de tu piel

Paso 8: recoger tu diagnóstico de burnout

Paso 9: que tu equipo recoja los frutos, mientras tú estás de baja recibiendo beneficios

 

Ey voilà! Ahí tienes tu pelotazo

 

Hay 2 formas de hacer lo mismo, sin llegar al extremo de irte de baja:

Disponer de varios miles de presupuesto. Que a veces nos pensamos que Bill Gates (y similares) vienen de familia humilde y que estudiaron en un colegio de barrio. El resto (que no son Bill), en muchísimos casos, levantan unas rondas de financiación de cientos de miles… o millones directamente. Para conseguir esto, en muchos casos, no hace falta tener una idea genial, sino mucho carisma y saber “persuadir”

Disponer de contactos o hacerlos pronto. El 100% de los casos que de negocios que conozco (personalmente o que fueron clientes) y que lo petaron relativamente rápido, sus CEOs acariciaron siempre el burnout, pero tenían la determinación de hablar todos los días con mucha, pero mucha gente para ir haciendo contactos e ir colocando su oferta hasta en la sopa.

Y eso ya, en sí mismo, es un currazo.

Loable, eso sí.

¿Pero sabes dónde está el desengaño del resto de CEOs? Pensar que se consigue el pelotazo sin los miles de billetes, sin los contactos y sin intención de exponerse demasiado (más allá de subir algunos posts en instagram).

Cuanto daño ha hecho el concepto “ingresos pasivos”.

Si estás en el tren de la meritocracia… mejor bájate de él.

 

Cositas simpáticas que alimentan el desengaño y la frustración cuando los resultados no llegan rápido

 

El engaño de creerse especial

Esto es como quien cree que estás navidades sí o sí le toca la lotería. Si tienes una autoimagen muy inflada, pensarás que un ser extraordinario como tú va a ser un caso de éxito rapidito. Si la tienes empequeñecida, entonces la esperanza de que “algo pase” o de que “alguien te descubra” serán tu alimento.

¿Consecuencia? No ser capaz (o no querer) gestionar marrones. Ya sabes, los retos gordos no forman parte del camino de rosas de un ser especial.

 

El mito del garaje

Lo comentaba antes: las referencias que tenemos en noticias, libros y leyendas en general, son historias de gente que hizo cosas “extraordinarias” (por eso son noticia) en las que solo se cuentan las partes brillantes. Si se cuenta alguna dificultad, solo es para ensalzar la hazaña.

Y no le quito mérito a lo que hayan conseguido, porque lo tiene, pero casi nunca se cuenta qué fondo de inversión enchufó billetes, qué contacto tenía en el Nasdaq, o qué primo de Harvard tenían que les echó una mano.

Con lo cual, el resto de los mortales que escuchan la historia de “un joven que empezó en un garaje con tan solo 200 dólares”, creen que eso es todo. 

Habrá excepciones, pero son justo eso: excepciones.

 

La falacia del visionario

En estas historias fantásticas, siempre hay un componente de que, quien dio el pelotazo, tuvo una visión.

Todo el mundo tiene ideas. Es más: todo el mundo tiene buenas ideas.

Entonces va cualquiera, con su “idea genial”, mezclada con los 2 puntos anteriores y se convence que esa lotería le va a tocar, porque “tiene esa visión”.

A partir de ahí, la apuesta avanza sin datos, sin hacer un análisis de cliente, sin validar, sin tener el product market fit

Solo por “una corazonada”, por seguir mi visión y mi intuición.

Eso está genial, pero si reducimos riesgo e inversiones inútiles de tiempo y dinero, casi que mejor.

“Es que la gente no me entiende, me adelanté demasiado a mi tiempo”

Ya…

 

La tiranía cortoplacista

El pan de cada día.

Es un modo de pensar y funcionar que está instalado en las personas, las empresas, las familias… en la sociedad.

Poca reflexión, poco análisis, mucha impulsividad, búsqueda del resultado inmediato.

 

Priorizamos…

…los likes, a la estructura del negocio.

…las ventas hoy (con “hacks y trucos”) a la confianza a largo plazo

…adelgazar con pastillas (o lo que sea) a hacer ejercicio constante por salud sostenible

…el pelotazo hoy, al crecimiento sostenible, saludable y con valores que aguanta el paso del tiempo

 

Quien busca el pelotazo, ese “éxito rápido” se está saltando fases. Pensamos que podemos llegar a la cima de una montaña sin saber qué calzado usar, ni dónde tenemos que enganchar los mosquetones.

La caída puede ser criminal sin esa información.

El skip intro no funciona muy bien en estos casos.

 

La dictadura del crecimiento

Se da por hecho de que siempre hay que crecer.

Que ese crecimiento, tiene que ser exponencial.

Y si duplicas, o triplicas, siempre es mejor que crecer un 5%.

Obviamente, si no tienes esta mentalidad, “eres súper loser”.

Con esta idea preconcebida, las decisiones estúpidas que se toman en el día a día, no dejan de sorprenderme.

Yo misma me he metido a veces en proyectos sin ningún sentido solo por el crecimiento económico y de marca que suponía para mí.

La factura la he acabado pagando con creces (hola, burnout)

 

 

Crecer lento y sostenible vs Dar el pelotazo

 

Crecer lento y sostenible, no es sexy.

No es noticia.

No entra los parámetros de leyenda.

Y todxs nos creemos lo suficientemente especiales como para optar al nivel leyenda.

Aunque sea en tu barrio.

Ponemos mucha fe en esas historias que dicen “de repente un día…”

Nunca es de repente.

 

Quizás podría ser:

Después de 15 años sembrando y probando cosas, de repente un día…

Después de equivocarse de proyecto 37 veces, de repente un día…

Así, sí.

Creo que no es necesaria más presión que la que ya de por sí hay en todos los ámbitos hoy en día.

Si quitamos esa presión, ese desenfreno, esas expectativas tan extraordinariamente elevadas… Ahí nos queda el crecimiento a largo plazo, que valdrá la pena porque nos hemos quitado la carga y disfrutamos cada fase, de cada aprendizaje.

De cada reto.

Nos estamos convirtiendo en una sociedad sin paciencia, sin constancia y sin visión a futuro.

De todo para ya.

Y lo entiendo.

Pero vivir en el mundo del like inmediato y del billete facilito, me parece de una desconexión con la realidad que se convierte en perversa y esclava.

Porque, lo que es irreal, es tratar de dar el pelotazo sin vender tu vida a cambio.

O partiendo de una posición cero privilegiada.

Esa falta de realismo, en mi opinión, no trae más que sufrimiento innecesario.

Y supongo que nadie que quiera sacar adelante un proyecto empresarial lo hace para sufrir.

Así que… que los casos que son excepciones y sus narrativas fantasiosas no te hagan tomar decisiones demasiado audaces.

 

 

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